Coincido en el ascensor con Sócrates como cada mañana que voy a trabajar. Después de saludarme me explica: «Cásate: si por casualidad das con una buena mujer, serás feliz; si no te volverás filósofo, lo que siempre es útil para el hombre.»
Me encamino a la calle en busca del transporte y me pregunto: ¿utilidad o dicha? ¿ante qué debemos claudicar?