Vagabundos

13.12.07



Al salir de casa se topó, sin quererlo, con un rhinovirus que deambulaba por la acera. Tenía un aspecto lamentable. En un acto de humanidad le dijo se cuidara que tenía mala cara. “Márchese a casa, métase en la cama y descanse”. Enfadado, el rhinovirus se revolvió contra él y lo colonizó.

Para la fiebre alta y los estornudos el médico le ha mandado paracetamol y tomar mucho líquido. Un alma caritativa le prepara infusiones calentitas de miel con limón. Contra la ingratitud, nada. Curarse, si acaso, y caminar de nuevo.


2 apostillas:

Symp dijo...

MEJORÍA

Intentando olvidar
mis álgidas neuralgias
que atienden por neuritis (las muy zorras),
sin poder entregarme
al traicionero chupito cotodiano,
azotando mi pensamiento a palo seco,
soportando los altibajos de mi equis,
intentando olvidar todo esto,
manifiesto:

Que escojo mi corazón que ha sido cojo
-desde que nací de corazón cojeo-
uso ahora mi par de muletas
para seguir intentando caminar
por el desierto.

(Gloria Fuertes)

Joselu dijo...

Sin duda tiene peor pronóstico la ingratitud que el rhinovirus.