Por los jardines de la serenidad

10.12.24

 

—Hace una tarde estupenda y aun así siento que somos prisioneros en una botella de cristal cuyas paredes transparentes nos hacen creer en la ilusión de la libertad.

—El sentido de la vida es que termina, y en su final encontramos su mayor verdad. No es la felicidad lo que buscamos, sino la intensidad; algo que ilumina la monotonía y el gris de los días. La vida es un resplandor fugaz entre dos oscuridades.

—Y tanto que lo es, pero en ese intermedio entre una nada y otra nada, cuál es el relleno. 

—No vivimos para nosotros solos. Vivimos en compañía, en la memoria, en el amor de los otros. Cada uno tiene su propio tiempo, su propio ritmo, y la vida se despliega en estos latidos. Lo importante no es lo que hacemos, sino lo que sentimos mientras lo hacemos.

—Lo que sentimos en toda su extensión.

—La vida no es una cadena de episodios, sino una corriente de conciencia en la que lo más trivial y lo más profundo coexisten. Los pequeños actos y las percepciones fugaces son lo que realmente constituye la vida que es, a la vez, aterradora y maravillosa. Solo necesitamos aprender a sostener ambas emociones sin caer.

—Un diccionario es una cárcel de palabras?

—Desde luego, es posible atrapar las palabras y disponerlas por orden alfabético en los diccionarios. Pero las palabras no viven en los diccionarios, viven en la mente. La prueba es que, en los momentos de emoción, cuando más necesidad tenemos de ellas, no encontramos ninguna. Y, sin embargo, allí está el diccionario a nuestro servicio, con medio millón de palabras en orden alfabético.

—Nadie debería decirnos si la escritura es mala o buena porque no hay otro valor que el placer de su creación.

—Escribir lo que uno quiere escribir, es lo único que importa; y que eso importe por siglos o por horas, es lo de menos. La tarea del escritor no es sólo registrar lo visible, sino captar lo invisible, las corrientes subterráneas de pensamiento y emoción.

—Y algunas cosas más.

—El escritor se dirige no solo al lector presente, sino al lector del futuro, a quien le entrega la antorcha. Escribir es ese interminable intento de capturar lo imposible. No hay nada más apasionante que sentarse ante una página en blanco y crear algo que nunca ha existido. Escribo para comprenderme a mí misma y al mundo que me rodea.

—En su ensayo ‘Una habitación propia’, sostiene que una mujer necesita tener ingresos y un lugar para escribir.

—Una mujer debe tener dinero y una habitación propia si va a escribir ficción. Imagina lo que hubiera escrito Shakespeare si hubiera tenido una hermana igual de talentosa que él, pero sin educación ni independencia.

—¿Y el amor es una ilusión?

—El amor no es solamente lo que das, sino lo que permite que otros descubran en ti. El verdadero amor es el que se mantiene en equilibrio entre dar libertad y sostener el corazón. El amor es más que físico; es el lazo de la comprensión, de la imaginación compartida.



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