Albedríos
21.2.19
Tomas una dirección y piensas que puedes volver sobre tus pasos o cambiar su sentido. Y no es cierto, estás prisionero de ti.
Etiquetas: aforismo, prisionero
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Escribimos para no dejar de ser quienes somos.
G. Deleuze:
«Quizá soy transparente y ya estoy solo sin saberlo...»
Thomas Szasz:
«Si tú hablas a Dios, estás rezando; si Dios te habla a ti, tienes esquizofrenia. Si los muertos te hablan, eres un espiritista; si tú hablas a los muertos, eres un esquizofrénico»
Marco Aurelio:
«Toma sin orgullo, abandona sin esfuerzo»
Albert Camus:
«La gente nunca está convencida de tus razones, de tu sinceridad, de tu seriedad o tus sufrimientos, salvo sí te mueres»
Charles Caleb Colton:
«Hasta que hayas muerto no esperes alabanzas limpias de envidia»
León Tolstoi:
«A un gran corazón, ninguna ingratitud lo cierra, ninguna indiferencia lo cansa»
Voltaire:
«La duda no es un estado demasiado agradable pero la certeza es un estado ridículo»
Mahmoud Al-Tahawi:
«La perfección es el pecado de los vanidosos. La torpeza la virtud de los indefensos»
Fénelon:
«Huye de los elogios, pero trata de merecerlos»
Antón Chéjov:
«Las obras de arte se dividen en dos categorías: las que me gustan y las que no me gustan. No conozco ningún otro criterio»
Bukowski:
«Que no te engañen, chico. La vida empieza a los sesenta»
5 apostillas:
No somos nada sin nuestras prisiones.
Somos los carceleros de nuestros destinos.
Un abrazo
Prisionero de tu libertad menguada.
Si lees El jardín de los senderos que se bifurcan de Borges, la vida es un libro a modo de laberinto -o un laberinto expresado en un libro- en que cada opción que tomamos en el tiempo tiene unas consecuencias. Podríamos escribir un libro ilimitado, tal vez infinito, con todas las opciones que tuvimos abiertas y las consecuencias a que hubieran dado lugar si hubiéramos elegido unas u otras. A veces, unas palabras leves, sin demasiado espesor, producen unas derivaciones y consecuencias que afectan toda nuestra vida porque fuimos prisioneros de ellas. Otras veces, acciones que entendemos que son heroicas, apenas tienen relieve. En el laberinto hay muchos caminos que acaban cerrándose y hemos de volver atrás para tomar la opción que nos lleve al final, pero en ese final -no vamos a ponernos metafísicos- está siempre Martín Fierro a punto de morir ante nuestros ojos. O tal vez somos nosotros los que morimos. Al fin y al cabo, todos los hombres son el mismo hombre, todos los libros son el mismo libro, todas las frases del mundo caben en la escritura de una piel de tigre. Tal vez me he ido del tema, pero es tan sencillo darle a las teclas...
Es que la vida solo tiene una dirección: todo de frente.
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