Albedríos

21.2.19



Tomas una dirección y piensas que puedes volver sobre tus pasos o cambiar su sentido. Y no es cierto, estás prisionero de ti.



5 apostillas:

mailconraul dijo...

No somos nada sin nuestras prisiones.

Albada Dos dijo...

Somos los carceleros de nuestros destinos.

Un abrazo

Juan Poz dijo...

Prisionero de tu libertad menguada.

Joselu dijo...

Si lees El jardín de los senderos que se bifurcan de Borges, la vida es un libro a modo de laberinto -o un laberinto expresado en un libro- en que cada opción que tomamos en el tiempo tiene unas consecuencias. Podríamos escribir un libro ilimitado, tal vez infinito, con todas las opciones que tuvimos abiertas y las consecuencias a que hubieran dado lugar si hubiéramos elegido unas u otras. A veces, unas palabras leves, sin demasiado espesor, producen unas derivaciones y consecuencias que afectan toda nuestra vida porque fuimos prisioneros de ellas. Otras veces, acciones que entendemos que son heroicas, apenas tienen relieve. En el laberinto hay muchos caminos que acaban cerrándose y hemos de volver atrás para tomar la opción que nos lleve al final, pero en ese final -no vamos a ponernos metafísicos- está siempre Martín Fierro a punto de morir ante nuestros ojos. O tal vez somos nosotros los que morimos. Al fin y al cabo, todos los hombres son el mismo hombre, todos los libros son el mismo libro, todas las frases del mundo caben en la escritura de una piel de tigre. Tal vez me he ido del tema, pero es tan sencillo darle a las teclas...

Manuela Fernández dijo...

Es que la vida solo tiene una dirección: todo de frente.