Esta mañana recogí un pajarillo desvalido que saltaba en la acera. Lo miré y pensé que sin poder volar su futuro sería aciago. En un acto compasivo, como si un dios se apiadara del destino de uno de sus hijos, lo acerqué a un jardín y lo deposité bajo unos arbustos cuyas ramas tocaban el suelo.
Oculto allí –imaginé– estará a salvo, cogerá fuerzas y echará a volar. De repente me acordé del gato del Schrödinger, que está y no está, y comencé a preocuparme. A este gato lo alimentan la incertidumbre y la superposición cuántica.
6 apostillas:
pobre del gato de Schrödinger, y pobre del pajarito. me parece que la suerte del pajarito es menos relativa que la del gato...
A mí se me ocurre sustituir la imagen del pajarillo por la de indocumentados desfallecidos que llegan en patera a la playa. Su suerte está alimentada también por la incertidumbre y la superposición cuántica.
Tú tranquilo, que mientras no mires seguirá vivo y muerto a la vez :-)
El pájaro seguramente pertenece al eslabón de la cadena alimenticia del gato, qué le vamos a hacer, así es la vida... (65 € que me acaban de cobrar por el minino, más vale que merezcan la pena...)
El Señor Google me ayudó a saber quien demonios era el gato de Schoröndinger, y es que mis únicos conocimientos gatunos son Bugui, el gato bohemio de mi hermano, el innolvidable gato de Cheshire y un anónimo gato callejero que está mañana se obstinaba en mirarme con cierta arrogancia y desafio.
Siempre con tus geroglíficos. Todo es relativo, no hay nada seguro del todo, ni el pájaro, ni el gato ni tu mismo. El actuar, segun los medios a nuestro alcance, seguro que hiciste bien, no estaba a tu alcance lo que pasaría despues.
ufff haces salir humo d la cabeza, Arena.
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