Purgatorios

12.5.07


Según la tradición hebraica los demonios tenían como alojamiento predilecto el tubo digestivo. De ahí que a lo largo de la historia se hayan probado distintos purgantes que han llegado a numerarse en una lista de cien laxantes, ochenta y seis calagogos, y cuarenta y cinco calagogos-hepátropos, mención aparte de eméticos y lavativos.

Entre los más famosos están el aceite de ricino y otros catárticos como la célebre Agua de Carabaña o los reputados polvos purgantes de Ailhaud. Aunque ninguno surte efecto para el mal, hubo quien probó con la curación por la palabra como efecto laxante.

5 apostillas:

Anónimo dijo...

Yo vivo de eso, mi querido Francisco: llegan a mi consulta los pacientes a llenar de mierda las paredes y se van como nuevos. No preguntes por favor cómo quedo yo.

Jonás dijo...

Sin embargo, a veces el silencio es el mejor reparador de nuestra psique. La palabra está dirigida hacia fuera, y el silencio mira hacia dentro, fruto de la contemplación del mundo y de las cosas.

José Luis González

Anónimo dijo...

Vaya, yo sabía que en el siglo XVII las lavativas eran muy populares (al punto que la gente de posibles tenían sus propios artilugios de lavativas, en materias nobles) pero no conocía esta historia.

Félix Amador dijo...

¿Acaso eres un farmacéutico del alma?

Rosy dijo...

PURGATORIO, ME SONABA A IGLESIA, LO HE BUSCAO EN LA WIKIPEDIA:
El Purgatorio, en la teología católica y la copta, es un estado transitorio de purificación y expiación donde, después de la muerte, las personas que han muerto sin pecado mortal pero que han cometido pecados leves no perdonados o graves ya perdonados en vida pero sin satisfacción penitencial de parte del creyente, tienen que purificarse de esas manchas a causa de la pena temporal contraída para poder acceder a la visión beatífica de Dios.