Usurpaciones

7.4.25


Al final somos un despojo del tiempo.


Casa de acogida

6.4.25


Khaleesi nació con una sonrisa como si el mundo le pareciera un juego amable. Aún no sabía que había llegado a una estación equivocada del destino, una donde los abrazos escaseaban y los gritos sobraban. Su madre, con la voz hecha un susurro y los ojos enturbiados por cicatrices invisibles, apenas la sostenía, pero aun así, la sustentaba.

La enfermera, testigo silente de tantas historias rotas, se dejó seducir por aquella criatura de luz. La niña le sonrió como si la esperanza pudiera prenderse así, de repente, en un parpadeo.

La madre llegó a aquel lugar temblando. No traía nada, salvo miedo y una niña que aún no comprendía el mundo. Allí le ofrecieron algo parecido al cobijo: una manta, un plato caliente, un oído que no juzgaba. Y, sobre todo, tiempo.

Khaleesi, con sus manos pequeñas, tocaba el rostro de su madre como queriendo recordar su forma, como si dijera: no te vayas otra vez. Y la madre amusgó la mirada como quien se protege del sol, comprendiendo que tenía que quedarse, que podía permanecer y que tal vez valía la pena intentarlo.

La casa era modesta, pero el corazón que es como una casa de acogida se le agrandó por dentro. Allí comenzó a construir otro relato: sin golpes, sin voces, sin desaliento. Una pequeña diablura contra la fatalidad.

Porque una consecuencia de hacer siempre lo que otros quieren es que te arrastra un torrente extraño hasta que un día decides y, es esa pequeña libertad, igual a una chispa que lo ilumina todo la que te puede llevar mar adentro.

Y entonces, por primera vez, la mujer miró a su hija a los ojos y sonrió.



Cubriciones

5.4.25


Todo el pensamiento que sepultamos es nuestro yo más verdadero.




Debacles

4.4.25


Si usamos grandes palabras, naufragamos el mensaje.


Gozadas

3.4.25


La vida la disfrutas más cuanto más la entiendes.


Patrones de existencia

2.4.25


Al principio era el ‘Ojo de Dios’ quien lo veía todo, la deidad omnisciente y la conciencia cósmica suprema.

Después fue el Gran Hermano quien nos vigilaba, ese panóptico de Michel Foucault que es el de la lógica de sociedades hipervigiladas, donde la autorregulación y la autocensura reemplaza a los barrotes.

Ahora es el algoritmo quien nos observa, nos sigue y sabe todo sobre nosotros, y nos seduce con sus constantes mensajes. Ya no necesitamos ser obligados a obedecer, porque hemos aprendido a desear lo que el algoritmo quiere que deseemos. Y lo más inquietante es que, a diferencia del Gran Hermano, que era un enemigo visible, el algoritmo es invisible, intangible y, muchas veces, deseado.

Así, la vigilancia ha pasado de lo divino a lo político y finalmente a lo digital, en un proceso donde el control se ha vuelto más sutil, pero también más profundo. La pregunta ya no es quién nos observa, sino si alguna vez podremos dejar de ser observados y manipulados.

Quizá la alternativa sea que juguemos a desconcertar el algoritmo, sepamos más que él, practiquemos la equivocación, le facilitemos mentiras y borremos nuestro rastro con desconexiones cada vez más frecuentes.



Tributos

1.4.25


Cuanto más comprendemos lo menos que somos es cuando más apreciamos vivir.



Ahíncos

31.3.25


Aun sin el favor del público puedes escribir para ti.


Osmólogo

30.3.25


Desde niño poseía esa rara habilidad de olfatear el sexo de las mujeres. Sabía que cada una emitía un olor diferente. Las había que olían a azucenas de mar o a queso curado, a tierra regada por la lluvia, a guayaba o a canela, a bergamota o a tinta china. Un mapa cromático de fragancias femeninas embelesaba sus narinas. Todas tenía un aura aromática que las definía ante su nariz. Fue al llegar a su juventud que se enamoró y perdió su sexto sentido odorífero porque su amor no olía a nada.


Desenfrenos

29.3.25


Debemos sacar nuestro lado travieso antes de que la seriedad nos aplaste.


Realismo mágico

28.3.25


Lo fabuloso de una vida ordinaria es que no tenga nada de habitual.


Reseteo

27.3.25


Esas ganas repentinas de nacer de nuevo y vivir como si nada hubiera pasado.


Paradoja de la percepción

26.3.25


Tantas veces lo evidente no lo vemos a pesar de tenerlo delante.



Fluyentes

25.3.25


Si quieres crear, rígete por las leyes del Universo, no por las establecidas por los humanos.


Reservas

24.3.25


El infierno es de todos. El cielo es exclusivo.



La cena

23.3.25


Se juntaron una noche la coma elíptica y el coma etílico. Ella muy sobreentendida y él muy inconsciente, hacían una pareja peculiar. Habían quedado para cenar con una pareja amiga: él era corrector ortográfico y ella delirium tremens. Creo que la velada no acabó muy bien porque hubo faltas de respeto, descontrol, poca economía del lenguaje y alucinaciones.


Atención plena

22.3.25


En ciertos momentos no miramos bien y por eso no vemos lo suficiente.



Intenciones

21.3.25


No puedo cambiar el mundo pero sí hacer más agradable lo que me rodea.


Miradas únicas

20.3.25


Cuando desde niño percibes, sientes o ves, cosas que lo demás no, terminas por entender que estás observando una realidad distinta.



Afrontamientos

19.3.25


En ocasiones, la huida no debe ser hacia delante sino hacia aquello de lo que se huye.