Conozco a dos personas que ejercen una misma profesión. Una de ellas siempre ha jugado a ser funámbulo: mantenerse a flote esté quién esté y a cualquier precio. A la otra, en cambio, no le importa escorarse hacia un lado incluso si se hunde. La primera apostó por arrimarse a quien hiciera falta; la segunda por mantener sus ideas. La vida no les ha premiado demasiado a ninguna de ellas y sí les ha dado algunos reveses no demasiado graves.
A día de hoy una está rodeada de amigos, la otra sola. Pero cuál de las dos.