—Muy buenas señor. Dígame dónde tiene la avería de las luces. Tengo un día muy ajetreado.
—El destino del ser humano es vivir en el paroxismo del fastidio.
—También en la ridiculez de las ideas.
—Decimos una necedad, y a fuerza de repetirla, acabamos creyéndola.
—Eso es muy antiguo, aunque esté tan moda ahora entre ciertos sectarios.
—El fanatismo es un monstruo que osa decirse hijo de la religión.
—Y a pesar de eso crecen sus acólitos.
—¿Qué es más peligroso, el fanatismo o el ateísmo? Sin duda lo es mil veces el fanatismo, pues el ateísmo no inspira pasiones sanguinarias, mientras que el fanatismo sí. El ateísmo no se opone al crimen, pero el fanatismo es causa de que se comentan crímenes.
—Muchos de ellos piden acatamiento a lo que dicen, aunque no sea verdad.
—A los vivos se les debe respeto, a los muertos nada más que verdad.
—Y entendimiento también.
—Cuando de aquel que habla y aquel a quién le habla, ninguno de los dos entiende lo que significa, entonces podemos decir que eso es la metafísica.
—Son gentes que pregonan ensalzados ideales.
—El que siente la ardiente ambición de ser edil, tribuno, pretor, cónsul o dictador, se esfuerza por pregonar que ama a su patria, pero solo se ama a sí mismo.
—Demasiado quererse.
—El amor propio, al igual que el mecanismo de reproducción del género humano, es necesario, nos causa placer y debemos ocultarlo.
—La ética de lo interesado limita con la avaricia.
—En el desprecio de la ambición se encuentra uno de los principios esenciales de la felicidad sobre la tierra.
—Otra entelequia, ser seres dichosos.
—Buscamos la felicidad, pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo que tienen una.
—Siempre nos están escamoteando nuestro destino.
—Azar es una palabra vacía de sentido; nada puede existir sin causa.
—La necedad entonces acrecienta su causa.
—La idiotez es una enfermedad extraordinaria, no es el enfermo el que sufre por ella, sino los demás.
—Y entre tanto no paran de contagiarse.
—La ignorancia afirma o niega rotundamente; la Ciencia duda.
—Dudar es ejercitar la mente.
—La incertidumbre es una posición incómoda, pero la certeza es una posición absurda.
—Se pasan todo el tiempo como altavoces del desconcierto.
—Hay quienes sólo utilizan las palabras para disfrazar sus pensamientos.
—Por eso somos lo que hacemos, no lo que decimos.
—Los ejemplos corrigen mucho mejor que las reprimendas.
—Callar y actuar entonces.
—El secreto de aburrir a la gente consiste en decirlo todo.
—Bueno, señor Voltaire, ya tiene arregladas todas las luces de su casa.