Trataba esta noche de buscar un tema que me diera para anotar mi post diario. A duras penas aguantaba despierto después de una larga semana que acumula el cansancio por días. Entre la somnolencia y la desesperanza, decidí apoyar la cabeza sobre la mesa para descansar un momento y cerré los ojos.
Al instante me quedé dormido y comencé a soñar con este blog, con sus títulos y sus palabras. Viajé por los anaqueles de Internet en busca de la anotación del día, visité páginas y leí libros hasta perderme en el Aleph del pensamiento y, al final, encontré una idea feliz.
Cuando desperté de mi sueño el comentario ya estaba escrito.