Decires

31.10.25


A veces hablamos mucho, pero decimos poco. Contamos historias, compartimos detalles, llenamos silencios y, sin embargo, lo esencial queda guardado. Hay muchas cosas que contar y pocas que decir, porque lo que de verdad importa no siempre necesita palabras.

Vivimos en tiempos donde todo se muestra, todo se dice, todo se publica. Queremos compartir cada momento, cada pensamiento, cada emoción. Pero en medio de tanto ruido, a veces perdemos la profundidad de lo que sentimos. Nos acostumbramos a narrar sin realmente decir, a llenar los espacios con palabras que no siempre nacen del alma.

La narrativa de nuestros días es que hablamos más que nunca, pero escuchamos menos, contamos mucho y conectamos poco. Nos volvemos expertos en mostrar vidas completas y, al mismo tiempo, en esconder lo que verdaderamente nos pasa por dentro. Lo esencial es esa emoción sincera, esa palabra honesta, ese silencio que dice más que mil frases se queda ahí, esperando un momento de calma para salir.

Tal vez por eso, cada vez valoramos más esas conversaciones pequeñas donde alguien no intenta impresionar, sino simplemente compartir lo que siente. Donde no hay filtros ni frases armadas, solo presencia, porque al final, no se trata de tener mucho que contar, sino de tener algo que realmente decir.



0 apostillas: