Precocidad

20.11.09



Cada vez que me cruzaba por la calle con ‘Gustavito’, recordaba la letrilla del grupo Veneno: «me junto con toda clase de delincuentes/ a veces comen en frío y otras en caliente/ roban todos los días dos coches/ uno por la mañana y otro por la noche/ me es muy familiar su ternura/ y la facilidad con que divisan la basura/ al final me buscan una ruina/ y me venden como una lata de sardinas.»

Se inició tan temprano en el mundo de la delincuencia que era un chaval de diez y pocos años cuando ya contaba con una ristra de hurtos. Su fama corrió como la pólvora por la ciudad y no faltaron personas que acudieron en su ayuda para tratar de ‘reformar’ al muchacho.

En cierta ocasión organizaron una carrera contra la droga. ‘Gustavito’ participó en la misma e incluso leyó unas palabras finales como prueba de haber enderezado el rumbo de su vertiginosa existencia. A las dos horas la policía le había detenido por un nuevo hurto. Le supongo, incorregible, después de muchos años en alguna cárcel española.


2 apostillas:

Kenneth Moreno May dijo...

hermoso texto.... aunque parezca lo contrario muy esperanzador

Juan Navarro dijo...

Incorregible... ¿Por qué hay que corregir? Se habla de corrección para devolver a la norma o restituir al camino "correcto". Incorregibles han sido muchos genios, locos o diferentes. Quizá no haya caminos en este mundo para los diferentes.
Un abrazo.