Incorregibles

28.2.09



Cortázar confesó en una entrevista que solía corregir muy poco sus escritos porque los elaboraba desde su interior. La pesada tarea de reformarse a uno mismo provoca tal desazón que es preferible dejar que los textos tengan vida propia. La autocorrección es como enmendarse la plana a uno mismo, ocupación ingrata y no falta de cierto grado de esquizofrenia. Por eso me digo que soy un incorregible.



*Creo que soy porque te invento



**Concluye aquí el homenaje a Julio Cortázar. Durante todo el mes de febrero a los escritos propios de este blog, le han acompañado citas de textos cortazianos precedidas por un asterisco y en cursiva. Hago esta puntualización por despejar dudas que me han parecido percibir en algunos comentaristas de la bitácora, algo que debo aclarar porque mi escritos no le llegan ni a la suela del zapato de la obra del genial argentino.

7 apostillas:

M. Domínguez Senra dijo...

Las personas que escribimos en nuestro interior y los escritores que escriben en su interior corremos sin embargo serios peligros de que se nos queme y hasta se nos olvide la cena o cosas así.

Tu asterisco me sugiere dos correlatos hispánicos:
1) el de Salinas (no el que tradujo a Proust, sino el que escribió *La voz a ti debida). Cito de memoria: "Cómo quisiera ser lo que te doy y no quien te lo da".
2) el de Machado-Juan de Mairena (si no me equivoco). Cito de memoria: "El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas, es ojo porque te ve".

Y, con tu permiso, añadiría una frase superior a las tres -si cabe- de Siri Hustvedt (no la mujer de Paul Auster, sino la autora de *Todo cuanto amé), sobre un cuadro: "Es como presenciar el sueño de otra persona, ¿no te parece?"

Disiento en que tus escritos no le lleguen a la suela de los zapatos de la obra del argentino. Alguna vez teníamos que estar en desacuerdo.

M. Domínguez Senra dijo...

Perdón. Cuando lleguase marzo, que es además el mes de la Voll-Damm, te diría porqué Rulfo y Lezama borraron en mí toda huella que pudiera haber dejado en mi memoria afectiva Cortázar, sus cronopios y sus famas.

Juan Poz dijo...

Juan Ramón, sin embargo, estaba poseído por el mal de la autocorrección perpetua: se reescribía continuamente, y así lo siguió haciendo hasta su muerte que, con toda seguridad, hubiera reescrito, si hubiera podido, como lo hizo con todos y cada uno e sus textos, los que, finalmente, quiso unir en un todo absoluto y continuo bajo este título inmenso: Leyenda. Tú eres incorregible. Él, Juan Ramón, vivía en un correccional del que ni quería ni podía salir.

Anónimo dijo...

Es muy complicado ser Cortázar, quizá precisamente por eso que apuntas. Y es que la literatura es vida y por eso no puede salir de otro sitio que no sea de las entrañas.
Saludos.

Maybe dijo...

Realmente incorregibles...
Saludos.

Carmen Erruza dijo...

La incorrección es tenida como un no atenerse a las reglas y eso es sano.

Anónimo dijo...

Acaso cuanto notaste la suela del zapato de cortázar rozar tu sien no reparaste en que tan sólo era que había trepado a un árbol.

Seguramente para compartir contigo la manzana del conocimiento.