En su blog publicó una frase de su autor favorito y cuando éste la leyó se suicidó.
Un punto final
8.11.09
En su blog publicó una frase de su autor favorito y cuando éste la leyó se suicidó.
Etiquetas: cuentos diminutos
El inspector Arguila
6.11.09
En él se resumían todas esas características que hacen de una persona un personaje literario. El inspector Arguila y su eterna gabardina, que parecía robaba al mismísimo Humphrey Bogart, aparecía en los lugares más inesperados e insólitos y cuando menos lo esperabas. De no ser por su físico enjuto y enclenque hubiera dicho que era una reencarnación de Ignatius J. Really.
Ocurrió que aquel estudiante de tanto usar el personaje inventado se olvidó por completo de su persona y ya nadie lo llamaba por su nombre, sino por el mote adoptivo. Gustaba de impresionar a la gente joven haciéndose pasar por un verdadero policía secreto y les requisaba el hachís.
Vivo después de muerto
5.11.09
Existen algunas páginas webs dedicadas a emitir un mensaje póstumo desde ultratumba. La última voluntad desde el más allá, ese postrero consejo o reproche final a los seres queridos u odiados. Un protocolo se activa y el correo electrónico se encarga de transmitir el testamento de quien se ausentó de los vivos. Es un fenómeno conocido como ‘Libro de la muerte’ que, entre ingleses y norteamericanos, goza de una cierta popularidad y que no tardará en extenderse a países como España. Incluso se pueden proyectar mensajes para que sean enviados en fechas concretas. Algo así como si programara los comentarios de este blog para que aparezcan cuando ya no esté entre los vivos.
Nota del autor para tranquilidad de los lectores de esta bitácora.- Este post cierra un mini ciclo de reflexiones relativas a la naturaleza efímera de la existencia.
Expectativas
3.11.09
—Desde que nací estoy esperando morirme.
—¿Esperas morirte?
—¿Tú no?
—Yo no estoy esperando la muerte.
—Bueno, será la muerte quien te espere a ti.
—Yo espero vivir.
—Piensa que es la única cosa que se puede esperar sin que te falle.
Difunto
2.11.09
Advierte Cioran: «La muerte es demasiado exacta; todas las razones se encuentran de su lado.» Es por ello que es la única confiabilidad a la que otorgo crédito.
Pésame
1.11.09
Fue a ofrecer las condolencias a un conocido por el fallecimiento de un familiar. Al acercarse a la casa vio la mesilla con el libro de firmas y las sillas en la puerta. No era una tarea grata, más había que cumplir. Fuera no había gente y pensó que quizás era muy pronto o muy tarde. La entrada de la calle abierta y en el recibidor los asientos permanecían vacías. Tampoco se escuchaba ningún ruido que advirtiera de gente dentro de la vivienda. Se extrañó y dudó si entrar o marcharse para regresar después, aunque se dijo que ya que una vez allí no era cuestión de volver otra vez. Entró con parsimonia mientras buscaba con la mirada la presencia de alguien. El velatorio estaba vacío. Su olfato lo orientó hacia el olor a crisantemos, gladiolos y lirios que emanaba desde una habitación al fondo del domicilio. Durante un instante estuvo desconcertado sin saber a dónde ir, pero se decidió y llegó hasta la estancia donde permanecía el féretro. El cadáver faltaba y en su lugar un cartel indicaba: «ni vivo ni muerto». Sintió un repentino escalofrío y se marchó. Caminó molestó un rato porque consideró inútil su acción y, sobre todo, se sintió frustrado por no haber podido dar el pésame a nadie.
Etiquetas: cuentos de domingo, cuentos diminutos
Las 'benildes’
30.10.09
Entre las tareas gratas de ser recadero en la infancia estaban los encargos de mercería. Ir a comprar una cremallera, unos botones o una bobina de hilo al salir del colegio me producía cierta fascinación. Al llegar a la tienda no me importaba, incluso, que alguna persona mayor se saltara mi turno, algo que me permitía permanecer en aquel lugar y observar, durante más tiempo, un universo caótico e ilógico. Me eternizaba en una esquina del pequeño local hasta que mi presencia era descubierta por una de las 'benildes’ y me requería para ser despachado. Las dependientas y dueñas del comercio recibía ese apelativo porque el nombre de una de ellas era Benilde, aunque nunca supe cuál de las dos fue bautizada como tal.
‘La tienda de los líos’, como era conocido el pequeño negocio, constaba de una sola habitación y un par de pequeños cuartos sin puertas que servían de almacén detrás del mostrador. Desde dentro de los pequeños cuartos descendía una montaña de muestrarios de botones, ovillos, bobinas de encaje, adornos y otros artículos de costura, por donde las 'benildes’, junto a su padre –un hombre menudo y enlutado–, escalaban o descendían en busca de alguna petición de los clientes. Siempre me preguntaba cuánto tiempo habría tenido que pasar para formar tan extraordinaria pila de objetos que llegaba casi al techo del fondo de las habitaciones. Era un cálculo imposible para mi mente infantil y sólo pude averiguar que cualquier objeto que iba a parar al suelo jamás era recogido. La causa todavía hoy día es un misterio para mí, al igual que aquella atmósfera de tristeza y poca luz que allí se respiraba.
Delincuentes cibernéticos
29.10.09
Internet es un espejo del mundo real. Un invento prodigioso que ha causado una revolución cuyas consecuencias definitivas son aún desconocidas. Su maravilla no sólo reside en la aportación que hace a la comunicación y al conocimiento entre otros muchos aspectos donde están involucradas las personas. Sorprende también porque a la vez que crece su cara amable, en correspondencia, prospera el lado facineroso del ser humano como el caso de la falsa publicidad infectada de virus. Es nuestro sino.
Géneros de la amistad
27.10.09
—Los amigos en la infancia son como personajes de un cuento de hadas.
—Normal, es un tiempo de inocencia.
—En cambio en la juventud parecen una narración de aventuras.
—Lo da el momento.
—En la madurez todo se transforma y la amistad es como un serial que va de la ficción a la novela negra.
—No diría yo tanto. Algo de folletín sí que puede haber pero mezclados con otros géneros como, por ejemplo, el ensayo.
—Y en la vejez la amistad es novela histórica, memoria de lo que fue.
—Y tú y yo qué texto somos.
—Lo nuestro es puro realismo fantástico.
Agradecido
26.10.09
«Estar con gente a la que se ama, es suficiente; soñar, hablarles, no hablarles en absoluto, pensar en ellos, pensar en las cosas más indiferentes, pero cerca de ellos, todo da igual», escribió Jean de la Bruyère. Si eso es así estoy colmado de éste y del otro lado de la pantalla del ordenador.
‘Mirapalnorte’
23.10.09
Escondía su mirada bajo unas gafas de sol, aunque fuera plena noche. Un día, en un gesto despreocupado, descubrí a qué se debía aquel nombre de guerra al poder ver su estrabismo.
Lo observaba en trasiego por la ciudad, de un lado para otro sin parar. Pregunté, entonces, a qué se dedica. Me dijeron: es ‘camello’. ¿‘Camello’? Era la primera vez que conocía a un ‘camello’. ¿Qué es un ‘camello’? Un vendedor de ‘chocolate’. ¿‘Chocolate’? Sí, hachís, me dijeron. Ya sé, esa droga que tomaba Rimbaud, Baudelaire, Shakespeare, Yeats, Víctor Hugo, Balzac, Valle Inclán, Marco Polo o la mismísima santa Teresa.
El paso del tiempo borró la figura de Mirapalnorte. La casualidad, durante un paseo por el cementerio, me la devolvió. Pegada a una lápida de mármol estaba su fotografía y su peculiar mirada bajo las gafas de sol.
Etiquetas: Balzac, Baudelaire, camello, droga, hachís, Mirapalnorte, personajes, Rimbaud, Shakespeare, Valle Inclán, Víctor Hugo, Yeats
100.000
22.10.09
El procesador de textos señala que, con este comentario, ‘El día que estés muerto sabrás cuanto te quieren’ o su heterónimo ‘El sexo de las moscas’, alcanza las cien mil palabras. No sé si han sido inútiles o eficaces, cálidas o extrañas, hirientes o malsonantes, displicentes o entrañables. Sí hicieron pensar o fueron irrisorias, pedantes o altivas, inteligentes o torpes. Son un hito de esta bitácora tan inservible como cualquier otra cosa. Sus dueños son los lectores: hagan con ellas lo que les plazca.
Mudanzas
20.10.09
—Hay un viejo orden que muere y no tardará en agonizar y dará el relevo a unas nuevas reglas del juego.
—Te refieres al devenir histórico.
—Sí. Igual que ocurrió con el Renacimiento pero apoyado en las nuevas tecnologías que forzará un cambio drástico en muchos campos.
—Las revoluciones no cambian el mundo, tan sólo lo mueven de sitio.
—Es posible pero será una sacudida importante de la que no se librará la banca o la medicina por ejemplo.
—No niego el impacto de Internet o las nuevas tecnologías en nuestras vidas pero te veo muy optimista.
—No soy responsable que todo avance tan deprisa.
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