Marcelino atraviesa por momentos espinosos en sus relaciones laborales. Me intereso por saber cómo le va.
–Por mucho que me odien –me dice– ¿tengo que odiarles yo? Nada les hice y nada sentí cuando les fue bien o mal porque me fueron intranscendentes. Uno es en la medida que se hace así mismo y si deja que otros le marquen el ritmo acaba con sus mismas dolencias. O peor porque no son las tuyas. Mi estrategia para sobrevivir es la indiferencia.