Silencio

2.4.10



En cierta ocasión visité una templo hindú cuya deidad era un mono, se trataba de Hánuman o Jánumat y es muy venerado por los hindúes que, cuando lo refiero, espanta a más de un cristiano. Tengo un amigo marroquí que, cada Semana Santa, me pregunta si han salido ya los muñecos. La estupefacción que produce la iconografía religiosa en creyentes de diferentes rezos define muy bien lo maniqueo de estas expresiones que, como en el caso de los católicos y su semana de pasión, se han convertido en un bullicioso espectáculo. Siempre no fue así.

En mi niñez había dos aspectos que me llamaban la atención de estos días festivos. Uno era su particularidad culinaria: garbanzos, bacalao, arroz con leche, bollos de aceite y tortas de azúcar. El otro era la sordina de un tiempo en que todo se paralizaba y apenas había ruido en las calles. De aquellos días, tristes para la chiquillada, recuerdo un gran silencio.



5 apostillas:

Mechi.- dijo...

Nos han vendido cualquier cosa...

M. Domínguez Senra dijo...

Curioso porque esto de las deidades hindúes, unas 3000 o más, se desborda. Hay devotos de Ganesha, devotos de Shiva o de uno de sus decenas de avatares, hay devotos de Krhisna, de Hanuman...

Las hermandades son una parte del catolicismo, no el todo, y yo he visto procesiones muy silenciosas y hasta severas en Castilla. En Galicia hay incluso la de los caladiños ("calladitos").

A veces en misa, con toda la liturgia de la palabra -que es mucha- sólo me "quedo" con la antífona de la comunión (una frase) y creo que pocas personas pueden aprovecharla toda porque la emoción es demasiado fuerte y somos débiles.

Yo he enseñado a manejar el ratón a muchas personas, y a planchar, o la dirección de una calle, pero me veo incapaz de trasmitir la fe y esa forma que tiene el negro de pasar al azul cobre y al azul celeste cuando se abre el día.

Un beso, Paco.

César dijo...

En mis años trabajando de profesor en Ceuta , algunos musulmanes tambien llamaban "el muñeco" al Cristo, recuerdo que me hizo reir.

Juan Poz dijo...

La de los borrachos de Cuenca era tan realista que han tenido que prohibir la entrada a los tajadófilos que se citaban en dicha ciudad para darse el gustazo de ponerse tintos y a caldo al "muñeco", que tanto ha hecho por ellos divinizando el morapio como sangre suya legítima.
Sí, desde luego, eran otros tiempos: "niño, no se silba"; "niño, que no se canta"; "niño, que hoy no es día de risas, formalidad...".
Y a las tres del viernes santo, delante del monumento, a darle a la carraca con destructora energía.
¡Y el delicioso potaje de garbanzos, espinacas y bacalao!

Kim Basinguer dijo...

De la semana Santa real, solo nos queda aquello que da dinero, que llama al turista, que sirve para el negocio...No me extraña que alguien piense que los pasos son "muñecos".
La profundidad de la semana Santa, el silencio,la muerte de Jesús y su resurreción...ya no se sabe que es.