Subterfugio
3.4.10
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Escribimos para no dejar de ser quienes somos.
G. Deleuze:
«Quizá soy transparente y ya estoy solo sin saberlo...»
Thomas Szasz:
«Si tú hablas a Dios, estás rezando; si Dios te habla a ti, tienes esquizofrenia. Si los muertos te hablan, eres un espiritista; si tú hablas a los muertos, eres un esquizofrénico»
Marco Aurelio:
«Toma sin orgullo, abandona sin esfuerzo»
Albert Camus:
«La gente nunca está convencida de tus razones, de tu sinceridad, de tu seriedad o tus sufrimientos, salvo sí te mueres»
Charles Caleb Colton:
«Hasta que hayas muerto no esperes alabanzas limpias de envidia»
León Tolstoi:
«A un gran corazón, ninguna ingratitud lo cierra, ninguna indiferencia lo cansa»
Voltaire:
«La duda no es un estado demasiado agradable pero la certeza es un estado ridículo»
Mahmoud Al-Tahawi:
«La perfección es el pecado de los vanidosos. La torpeza la virtud de los indefensos»
Fénelon:
«Huye de los elogios, pero trata de merecerlos»
Antón Chéjov:
«Las obras de arte se dividen en dos categorías: las que me gustan y las que no me gustan. No conozco ningún otro criterio»
Bukowski:
«Que no te engañen, chico. La vida empieza a los sesenta»
5 apostillas:
Anda que no llevas razón, escuche el otro día una frase de Punset que decía algo así, la palabra se ha inventado para engañar al otro.
Ni más ni menos que así es. El oral y el escrito, y el icónico y cualquier tipo de lenguaje. Hace tiempo escribí "De cómo hablar para no entendernos". En fin, todo es engaño.
Un abrazo.
Pienso, sin embargo, que muy a menudo dice bastante más de lo que creemos que decimos, es decir, que él habla por nosotros y no nosotros a través de él. La propia selección léxica, ciertas construcciones sintácticas, algunos vulgarismos... son, en ocasiones, auténticas etopeyas. Creo que los avisados, los discretos, no se pierden en los circunloquios, antes al contrario, salen de ellos con un buen saco de verdades casi irrefutables sobre los otros.
Al decir nos decimos. Las paalabras nos revelan.
En el proceso comunicativo la comunicación no verbal ocupa un lugar fundamental y mayor que la verbal. Dice más de nosotros nuestro aspecto, nuestros gestos, nuestro tempo, nuestros ojos, nuestras manos que las palabras que decimos. Un caso aparte es la comunicación escrita propia de los blogs en que no podemos percibir más allá de las palabras, pero hemos de ser muy prudentes en el uso de los adjetivos, en evitar expresiones de doble sentido que puedan ser malinterpretadas, en un ejercicio esmerado de la delicadeza y de la cortesía, porque las palabras las carga el diablo y escritas ya no tienen remedio. Creo que la función fática de la comunicación es doblemente necesaria, tener presente la sensibilidad del otro al que no conocemos in praesentia.
Ya se sabe que hablando se ofusca la gente.
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