En una época fui un hombre; ahora soy otro. Si los dos pudieran encontrarse a solas, en un lugar incierto, no se reconocerían; apenas si se hablarían. Aquel que fui miraría a este que soy con desconfianza, casi con desprecio. Este que soy observaría a aquel que fui con indulgencia, casi con menoscabo. Aquel criticaría la calmosa forma de amar, el estoicismo en la acción, el militante escéptico. Este reprocharía la vehemencia, la impericia de afectos, el desastre utópico.
El doble
18.1.09
En una época fui un hombre; ahora soy otro. Si los dos pudieran encontrarse a solas, en un lugar incierto, no se reconocerían; apenas si se hablarían. Aquel que fui miraría a este que soy con desconfianza, casi con desprecio. Este que soy observaría a aquel que fui con indulgencia, casi con menoscabo. Aquel criticaría la calmosa forma de amar, el estoicismo en la acción, el militante escéptico. Este reprocharía la vehemencia, la impericia de afectos, el desastre utópico.
Ambos no entenderían qué es el otro, dada su incapacidad por el contagio de una sustancia tóxica llamada destiempo.
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8 apostillas:
ezquisofrenia diacronica, benditos los que la sufren, bendito sea borges.
Mierda. Me vinieron a la cabeza unos versos de los españoles Standstill, el comienzo de Walking around de Neruda, el texto de Girondo en Espantapájaros acerca de las personalidades... ¡cuánta cosa!
Pensar que somos tanta gente distinta a lo largo del tiempo y nuestro nombre sigue igualito para que el Estado no tenga problemas burocráticos.
En ese diálogo está la gracia.
Ya Vavo lo ha sugerido, porque la sustancia de este microrrelato recuerda el cuento El otro de El libro de arena de Jorge Luis Borges. En cuanto he leído tu propuesta he ido a mi biblioteca a buscar el texto borgiano en que se encuentran dos Borges en un banco de Ginebra o de Cambridge e inician un diálogo en que piensan cada uno que es el que está soñando. Lo curioso del caso es que ese libro no lo abría desde hace más de veinte años, y me he encontrado en él un cabello largo, inequívocamente mío, de hace quién sabe cuanto. Ha sido como encontrarme con el lector que leyó aquel libro y en un diálogo semejante al que tú escenificas. Son bucles del tiempo. Supongo.
Qué pena que aquél desapareciese...Nunca debería desaparecer.
Entonces lo de Borges fue más terrible de lo que sabíamos, porque no le dieron en Nobel a ninguno de los dos.
Diálogo de sombras, al cabo. Eso es lo asombroso del relato.
Un reconocimiento inverso. Un doble que nunca llega a ser perfecto, siempre a destiempo...
Más besos.
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