Cada día al pasar la veía sentada al sol en el parque. Inmóvil como ausente. Su curiosidad, después de muchos meses, lo llevó a regalarle una pregunta: «me podría decir qué hace usted aquí». La mujer sin sorprenderse ni inmutarse le contestó:
–Escucho el tiempo pasar.
–Y a qué suena– la interrogó.
–Su sonido huele a manzanas podridas y a deseos incumplidos. Resuena a vaciedades y arrogancias. A veces se oyen como chasquidos de tristeza, rumores de infancia. Otras suenan voces olvidadas y ecos que parecen eternos. Es un ruido de fondo indeleble.
5 apostillas:
es una pena que estuviera sorda del otro oído...
Me recuerda una tira cómica de Mafalda, en que ésta preguntaba a Lino que qué estaba haciendo sentado allí (en una acera). Aquel le respondía que estaba viendo pasar la vida. La mujer que describes o que presentas debe ser mayor, no me la imagino joven, y en tal caso se entiende esa pasividad activa de escuchar pasar al tiempo y percibir su olor, sus sonidos... Pero ¿por qué "indelebles"? Es lo que no entiendo del microrrelato.
PLAYA EN INVIERNO
Constantes oleadas de silencio
donde canta el mar.
¿Dónde?, ¿dónde están los niños?
G. Fuertes.
Cuando estamos en silencio podemos escuchar muchas cosas..
Este es genial..
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