—Usted siempre enemistado, aunque sea con el mundo.
—Triste cosa es no tener amigos. Pero más triste es no tener enemigos. Porque quien enemigos no tiene, señal de que no tiene talento a quien haga sombra, ni carácter que abulte, ni valor que le teman, ni bien que le codicien, ni honor que le murmuren, ni razón alguna que le envidien.
—Para qué quiere uno enemigos.
—Quien no tiene enemigos, tampoco suele tener amigos.
—A veces con los amigos basta.
—De los amigos ofendidos salen los peores enemigos: añaden a su defecto todos los ajenos.
—Dime con quién andas y te diré quién eres.
—Cada uno muestra lo que es en los amigos que tiene.
—Va a ser que no aprendemos nada en la experiencia, señor Gracián.
—A los veinte años un hombre es un pavo real, a los treinta un león, a lo cuarenta un camello, a los cincuenta una serpiente, a los sesenta un perro, a los setenta un mono, a los ochenta nada.
—Podemos echar balones fuera.
—Errar es humano pero más lo es culpar de ello a otros.
15-M:«
Es hora de que nos escuchen, tomemos las calles del mundo »
Si la emoción es apta para destruir resulta especialmente inepta para construir nada. Las gentes de cualquier clase y condición se reúnen en las plazas y gritan los mismos eslóganes. Todos están de acuerdo en lo que rechazan, pero se recibirían 100 respuestas diferentes si se les interrogara por lo que desean. Zygmunt Bauman, filósofo