A diferencia de Ulises esta mía es una odisea sin tintes heroicos pero que, en este punto, ha cruzado el horizonte de los dos mil 'post'. Hasta esta cima llego ahíto y extenuado pero como en los versos de Cavafis, deseo que el camino sea largo: «Mantén siempre a Ítaca en tu mente./ Llegar allí es tu destino./ Pero no tengas la menor prisa en tu viaje.»
Nunca me he sentido solo en la travesía porque en mi nave viajan, como con Jasón los argonautas, los blogueros que me siguen, los amigos que me alientan, los lectores invisibles, los hijos que me han nacido y los seres que me quieren.
En estos años mis coordenadas vitales han variado tanto que apenas me reconozco en aquel que anotó las primeras palabras de este cuaderno de bitácora, un lugar que no es más que una pequeña luz en el inmenso universo de los 'blogs' y su tiempo.
Y ahora, por favor, que nadie me pida que vaya a por los tres mil, sería como una losa para quien sólo aspira a escribir el 'post' de mañana, el 2.002.