Inventario de las cosas impensadas

7.11.25


El pensamiento humano ha conquistado casi todo, salvo el misterio de lo que no puede pensar. Y quizá en ese límite invisible habite la conciencia de que siempre habrá algo que aún no hemos pensado. Pongamos en duda que el pensamiento sea la cima de la conciencia sino su base porque, aunque hayamos pensado en dioses, en átomos, en universos paralelos, en el infinito, en la trascendencia o las máquinas que por nosotros actúan, deben de existir zonas del ser todavía no tocadas por mente alguna.

Un sentimiento sin cuerpo.
El silencio sin sonido.
El deseo de una inteligencia que no necesita desear.
Cómo nos percibe la materia.
El tiempo contándose a sí mismo.
El morir de la muerte cuando nada exista.
La desaparición de todo lo no aparecido.

Al nombrar en lo que no se ha pensado ya deja de ser impensado. Nombrar lo impensado es ya una forma de pensarlo pero aceptar que algo permanece más allá del pensamiento es lo que mantiene viva la inteligencia humana.


1 apostillas:

Joselu dijo...

Qué texto tan sugerente: pensar en lo impensable, ese territorio donde incluso los filósofos se marean y los poetas piden un asiento. Si lo miramos desde la óptica de los hermanos Marx, el asunto se vuelve pura comedia metafísica.

***

Si Groucho estuviera aquí, probablemente diría que pensar en lo impensable es como intentar morderse la nuca: un espectáculo divertido, aunque sin resultados prácticos. Harpo, por su parte, se limitaría a tocar un arpa invisible mientras el resto discutimos si el silencio tiene sonido o si la materia nos está mirando con cara de sospecha. Y Chico —el lógico del grupo— preguntaría si el morir de la muerte tiene seguro médico.

Pensar, dirían los Marx, es algo peligroso: cuando uno empieza, corre el riesgo de entender algo. Mejor dejar al pensamiento donde está y dedicarse a lo verdaderamente serio: el absurdo, que no pretende alcanzar ninguna cima de la conciencia, sino resbalar por ella con elegancia circense.

Quizá ese “más allá del pensamiento” no sea un abismo sino un gag continuo, donde cada intento de definir lo indefinible provoca una caída de bastón, un bigote torcido y una carcajada cósmica. Pensar en lo impensable sería entonces el número principal del gran circo del espíritu: cuanto más solemnemente lo intentamos, más bananas aparecen en el suelo.