Epistolaria

10.10.10




Remití una carta cuyo destinatario era yo mismo. Cuando recibí la misiva me sacudió la impresión de que me escribía un extraño. Y la devolví sin leerla.



5 apostillas:

Chula dijo...

¿Acaso llegamos a conocernos por completo? No hay mayor extraño que el que llevamos dentro, por eso tal vez no nos atrevemos a "leernos".

Juan Poz dijo...

Mal hecho, mal hecho... ¡Ya me gustaría a mí recibir una carta así! Y saber que, a pesar de remitirla, no la habría escrito yo, o, ajustándonos al caso, que se la escribo yo al yo que quizás no conozco y de quien ni sé cómo va a recibirla, ¡y mucho menos qué va a contestarme!, si se digna hacerlo.

Egolastra dijo...

"Destinatario desconocido" decía a su vuelta la misiva.

Antonio Vela dijo...

Pués quizás la debieras haber leído, aunque sólo fuera para tener una sensación parecida a la del adolescente que se sienta sobre la mano, para masturbarse con "la mano muerta".

Maria Coca dijo...

Si es que a veces ni nos miramos en el espejo para no asustarnos...

Besoss