Monologando ante el espejo

26.10.10



—Siempre me ha encantado esa frase «por amor al arte». Es decir, se hace arte porque se ama lo creativo sin esperar otra recompensa que no sea el gusto de quien percibe la obra. Ahora que se cuestiona tanto eso de los derechos de autor, alguien defiende que los escritores tienen derecho a vivir de lo que escriben y eso de la cultura gratis es un esnobismo interesado. Me pregunto si los escritores tienen derecho a vivir o a vivir bien o a vivir muy bien. Es decir a ganar mucho dinero porque son escritores. Recuerdo que al inicio de los noventa, Antonio Gala, cobró 300.000 pesetas por una dar una conferencia sobre el andalucismo, la misma perorata que repitió por toda Andalucía dos decenas de veces. Si Gala vivía tan bien porque no podría regalar ahora sus libros. O todos puros o todas putas y la que sea puta que suene.



2 apostillas:

Juan Poz dijo...

Sobre el "derecho" a vivir bien, muy bien o fantásticamente bien, cualquier persona de este país, habría mucho que hablar; tanto que quizás acabáramos iniciando, al final, una revolución que nos dividiría en bandos irreconciliables: los que respetan la libertad, en todas sus manifestaciones, incluida la propiedad, la iniciatiiva privada y todas las demás: expresión, reunión, manifestación, etc., y quienes "dictarían" cómo ha de organizarse la sociedad según su saber y entender, y su interés, porque el desinterés puro no existe.¿Por qué el producto del trabajo de los artistas ha de ser socializado y no el de cualesquiera otros profesionales de tanto o mayor éxito económico que los primeros? Me atrevería a decir, además, que, habitualmente, la verdadera cultura no cae del lado de quienes, supuestamente, se ganan tan bien la vida, sino extramuros de esa "casta" de excelentes artesanos a los que nada puede reprochárseles, si han conseguido vender sus productos de modo que se ganen la vida la mar de bien, como cualquier otro hijo de vecino, insisto.
Respecto del final, Francisco, ahora que tan sensibles andamos todos por la salida machista del alcalde de Valladolid, ¿por qué no "o todos puros o todos putos"?, me parece incluso más concordante.

Joselu dijo...

En tiempos del siglo de oro (o siglos de oro) no existían los derechos de autor. Así se podía publicar una obra sin permiso de su autor. Le pasó a Cervantes con las múltiples ediciones que tuvo El Qujote. Cervantes no recibía nada de ellas. La vida de autor no era fácil. Cualquiera podía tomar tus textos. Por ejemplo, Fernando de Rojas tomó un texto ajeno sin citar la procedencia y lo continuó siendo reconocido universalmente como el único autor de La Celestina. Varios autores no publicaron obras fundamentales en vida. Se suponía que la honra era el principal estímulo para escribir. Varios autores estuvieron además largos años en la cárcel por denuncias torticeras: Fray Luis de León, Juan de la Cruz, Francisco de Quevedo, Cervantes. Parece que nuestro siglo de oro es obra de presidiarios. Y no existía el derecho de autor. Ello no impidió el máximo esplendor de nuestra literatura. Sin embargo, fue Galdós el primero que en este país llevó a los tribunales dicho derecho para recuperar la propiedad perdida de todas sus obras publicadas que una vez vendidas dejaban de pertenecerle (como era común en el siglo XIX). Balzac escribió La comedia humana así. Asombra que pudiera existir la literatura sin derechos de autor, me admiro. Pero, gracias a Galdós, que ganó su proceso en España por primera vez, se reconoció la propiedad intelectual. Creo que es una conquista valiosa como otras que tuvieron lugar en los derechos de los obreros. Tan propiedad es una novela escrita como una mansión. Me parece hermoso. Quizás la literatura pueda existir sin propiedad intelectual, pero no deja de ser un logro en nuestra historia.