—Hay poco que decir.
Equívocos
12.10.10
—Hay poco que decir.
―Bien poco.
―Pero tú los recuerdas como yo...
―Sí, parecían comprometidos con lo irrefutable.
―Suponiendo, claro, que la atracción en sí sea un hecho incuestionable.
―Puede que tenga un punto indiscutible pero es sospechosa de que se resuelva con fortuna en todos los casos.
—Cierto es que no parecen ellos mismos.
―Puede que tampoco nosotros miremos igual. La mirada sobre los demás es la mirada sobre nosotros mismos.
―Vale, pero el fracaso es suyo. La beligerancia puesta tras su separación también lo es.
—Aquel misterio que los embriagó ha mermado bastante.
―Y ahora son ejemplo de lo que nunca imaginaron ser.
—La condenación a un aborrecimiento perenne.
―Lo curioso es que todo lo llevaban en su ajuar sin saberlo.
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3 apostillas:
Sí, somos lo que somos y lo que somos capaces de llegar ser ... basta que nos den oportunidad. Para bien y para mal, la cosa vale.
¡Y la dura y compleja realidad patológica de ser un D.Juan monógamo! Eso sí que es otra historia...
Me inquieta este trasfondo pesimista y mecanicista sobre el ser humano. Vale que estamos abocados a la nada, pero entretanto logramos respirar y emitir nuestros mensajes en una botella y tal vez fructificarán. Espero que sí. Nuestros hijos, nuestros alumnos, nuestros blogs, nuestros amigos... y tal vez al otro lado haya alguna sorpresa. No sé.
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