Al despertar comprobó que esa noche había perdido su bostezo. Sus amaneceres, desde entonces, carecieron de fuerza para expulsar el hálito dañino de los malos sueños.
Desperezada
29.3.09
Al despertar comprobó que esa noche había perdido su bostezo. Sus amaneceres, desde entonces, carecieron de fuerza para expulsar el hálito dañino de los malos sueños.
Etiquetas: cuentos diminutos
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3 apostillas:
Y los ronquidos.. que nos despiertan de pesadillas unas veces y de ensoñaciones otras..
Mal asunto...
Ojalá los malos sueños desapareciesen con el primer bostezo...
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