—Cuando uno tiene que explicar la vida es cuando se plantea su fracaso —dijo sin mirar mientras atendía a su faena.
—¿Merece, entonces, la vida una explicación —preguntó su compañero.
—Merece, al menos, un desahogo. La satisfacción de haberse cobrado un tiempo cuando las cosas parecen importar.
—El resto, como respalda nuestro invitado, es pura fantasmagoría —expuso mientras señalaba el cuerpo inerte.
—Sólo yo sé de mi nada, sujeto a mi conciencia interna.
2 apostillas:
Me ha recordado algún fragmento de El árbol de la ciencia, precisamente en la sala de disección, sólo que allí reinaba la brutalidad y la mofa acerca de los invitados que estaban. Sólo Andrés Hurtado se planteaba los enigmas de la vida, y sufría, en consecuencia.
Hola Francisco
Muchas gracias por visitar mi blog e incluirme en la nómina de Dípteros de "El día que estés muerto sabrás cuánto te quieren".
Tu texto de hoy me ha recordado a una frase que el pintor Guillermo Pérez Villalta suele decir: "La realización de un cuadro es la historia de un fracaso". Lo curioso es que cuando asumes este hecho, y el error, las rectificaciones, los borrones, se convierte en partes esenciales del cuadro (como hace, por ejemplo, Giacometti), considerar el cuadro un fracaso deja de tener sentido.
Paradojas de la vida.
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