Equipaje

25.4.08



Las palabras son como las maletas. A veces van cargadas de tantas intenciones que apenas podemos con su peso y las llevamos a rastras. Otras veces, en cambio, parecen casi vacías de tan livianas.

6 apostillas:

Joselu dijo...

Quizás el lenguaje y las palabras se dan por supuestas y habitualmente son poco comunicativos en el sentido de que no aportan nueva información. No hablamos generalmente para dar nueva información sino por otras razones como la de mostrar que existe contacto (función fática del lenguaje) o para expresarnos (función expresiva), pero sólo hay que decir una sola palabra mal colocada -agresiva, malsonante, mal calibrada- para que nos demos cuenta de que decimos más de lo que nos pensamos. Se oye el runrun de la conversación y puede ser que nadie escuche pero cuando surge esa palabra cargada, se produce el silencio espeso o la respuesta contundente. A veces las palabras las carga el diablo.

Gemma dijo...

¿Y los que no podemos cargar peso? ¿Qué podemos hacer? ¿Qué será de nosotros si un día nos equivocamos de vocablo y se nos parte la espalda?... ¿Qué haremos vivos a base de palabras delgadas o transparentes? ¿Los herniados deberían quizá quedarse mudos? ¿Mancos?
Ya siento el pinchazo en las vértebras lumbares...

¡Un abrazo y sol de abril!

Cariátides dijo...

Las palabras...Una profesora mía siempre nos repetía: el lenguaje no es inocente. Nos hacía énfasis en la elección correcta de las mismas y en el estudio profundo del significado, del contexto, de la intención, del mensaje cifrado que contenían, de lo que se omitía, de los eufemismos, etc. etc. Siempre nos hacía observar el discurso. Y a mí se me quedó esa apreciación. Dice más todo lo que hay alrededor de cada palabra como la palabra misma. De hecho todo lo de alrededor le da la vida, la intención, la carga o la descarga. Y a veces, incluso, pesa más lo que se calla.

Besos

Anónimo dijo...

Las palabras tienen el valor que les queramos dar.

Saludos.

Pau Llanes dijo...

Eres oráculo... mis saludos de sábado... Pau

Anónimo dijo...

Efectivamente el plaxigusturrio guacamayano se bloguifica una barbarisidad de la muerte tanto en el plano morfosintáctico como en el plano fonético. Ya lo dijo Chorrosky y asimismo Madame Lafayette: que un furrufuño paradigmático se disuelva en su propia filibusterez deletérea da como vena. ¿No fue la reina de corazones en Wonderland quien en un rapto de indignación filológica y paralingüística dijo a Alice "Niña, las palabras quieren decir lo que yo digo"?