Claustro

21.3.10



Cada noche el hombre leía el libro bajo la luz de la farola y cuando lo cerraba concluían los sueños.



Flujo de conciencia

20.3.10



Estremecido, zarandeado, inexplicado. No se me queda pequeña la vida sólo angosto el tiempo.



Bichos

19.3.10



La infancia bien pudiera ser un espacio amoral e inconsciente. Al menos se puede decir que a ciertas edades es difícil tener conciencia del dolor que puedan sentir algunos seres vivos. Un post, días pasados, de mi entrañable amigo Joselu, me trajo a la memoria algunas tropelías vividas en mi niñez.

Recuerdo que no me gustaba participar de aquellas desmanes contra los bichillos pero que quizás no me inhibiera contra hormigas y moscas, pues uno de los juegos era hacer arder sobre un palo una botella de plástico y dejar caer las gotas del material derretido sobre las largas filas de hormigas que iban y venían a sus hormigueros, a modo de aviones que bombardearan un convoy militar. Sin llanto ni gemido por parte de los insectos no le suponíamos dolor, aunque sus filas quedaban bastante maltrechas y sus exoesqueletos plastificados. Reconozco apenarme de tal malicia porque con el tiempo los insectos me han servido, incluso, de inspiración lírica.

Pero en mi memoria guardo un decálogo de bárbaras costumbres —de las que siempre me aparté—, en las relaciones de los niños y los insectos, reptiles y hasta mamíferos. Así vi con asombro como tenían por costumbre, algunos chicos, meter tabaco en la boca de las lagartijas y colocar un palito entre sus extremidades a modo de que aparentara ser un guitarrista. Las moscas, saltamontes y otros bichos voladores eran objeto de amputación de miembros, o atados con hilos hasta que se extinguía su vitalidad.

Solían buscar alacranes bajo las piedras porque eran los más implacables depredadores para después, en el mismo recipiente, acompañarlos de arañas, escarabajos, ciempiés, gusanos, hormigas y algún otro insecto que se preciara. Se trataba de saber quién sobrevivía en aquella jungla de seres extraños. El resultado era una orgía de miembros descuartizados y en el epílogo no perduraban ni los ganadores que recibían la muerte como premio por parte de sus captores.

No todos los animales corrían igual suerte. Los niños temía especialmente a las avispas, a las que solían quitar el aguijón y a las abejas. Adoraban a los grillos que alimentaban con lechuga y guardaban en una pequeña jaula. Coleccionaban gusanos de seda que engordaban con las hojas de la moreda. Capturaban y soltaban a las libélulas al igual que a las santateresas. En verano perseguían a las chicharras y por las noches el más preciado tesoro eran las luciérnagas.

Los anfibios, reptiles de tamaño medio, gatos, perros y pájaros, son capítulo aparte.




Bajo el síndrome de Kessler

18.3.10



En la órbita terrestre hay millones de toneladas de chatarra espacial. En el ciberespacio de Internet circulan millones de gigabytes de correos que se reciclan una y otra vez. Cada vez que nuevos usuarios se adiestra en clicar el ratón, por la red vuelven a circular correos con mensajes que pertenecen a la arqueología ciberespacial y que son resucitados para que vuelvan a transitar de manera infinita.

Al aumentar la frecuencia y el número internautas se corre el riesgo que los correos queden colapsados o que nos hagan perder un tiempo preciado, a expensas que alguien se dedique a limpiar tantos residuos virtuales.



Autopresión

17.3.10



¿Preguntarse a sí mismo es un interrogatorio en tercer grado?



Transfronterizos

16.3.10



—Buenas noches.
—Buenos días —le respondió.
—Dónde vas a las seis de la mañana —quiso saber.
—A trabajar —dijo.
—Estás loco —precisó asombrado.
—¿Y tú por qué madrugas tanto? —se interesó.
—No madrugo, voy a dormir —explicó con cansancio.
—Ah, cuánta cordura.



Conminación

15.3.10



«La necedad constituye una amenaza mucho más terrible que el error, siempre extrínseco.», sugiere François Zourabichvili. Bastaste más porque si el error es la ausencia de ideas apropiadas que planteaba Spinoza, la estupidez es una estructura de pensamiento que esculpe la perplejidad del rostro humano.


Fuga de cerebros

14.3.10



Dejó de pensar en el preciso instante que, cautivado por una idea seductora, huyó con ella.



Absortos

13.3.10



Somos esa vaga esperanza que tintinea en la nada. El eco de uno sonido a punto de callar.



El catador de melazas

12.3.10



Pensaba que aquel hombre era quien ponía los olores a la primavera. Cuando comenzaba a pasar en las tardes de marzo, mientras merendaba en la puerta de casa, el aire se perfumaba de azucaradas fragancias. Olía a dulce etéreo y a meliflua calidez. La respiración, entonces, se inundaba de una sinfonía de tonos de melaza.

Un día pregunté a la gente mayor cuál era el oficio del hombre que aparecía después de escuchar la sirena de la fábrica. Mi escaso entendimiento infantil dedujo de la explicación dada que se trataba de una persona que calentaba las mieles de la caña de azúcar hasta evaporar su espíritu y con ello adornaba de aromas cada primavera.

En realidad años después descubrí, prosaicamente, que se trataba de un maestro de azúcar, cuya misión era dirigir el reparto de la melaza y pasear por la nave de las tachas para observar los tubos de nivel, entre otras ocupaciones.

Aún así, hoy, su evocación me trae tardes de aromáticas primaveras sin continuidad.



Insumisión digital

11.3.10




Un grupo de internautas han entregado al Ministerio de Industria ‘La lista de Sinde’, un inventario donde responsables de 1.180 páginas web, entre las que se incluye este 'blog', se autoinculpan de incumplir la Ley de Economía Sostenible. Esta una forma de protestar contra el cierre de páginas web: declarándose culpables de «intercambiar cultura libremente mediante la integración de un buscador de descargas.»

‘La lista de Sinde’ está formada en un 75 por ciento por «creadores, autores que ponen sus obras a disposición del público, que luchan por un modelo sostenible de cultura libre» y en la que algunos viven de ello. Como apuntó Adolfo Suárez, en uno de sus discursos: «es necesario elevar políticamente a la altura de normal, lo que en la calle es normal».

Este es el momento de poner un pequeño grano de arena aunque, por esto, los gobernantes sean tan osados de cerrar bitácoras como esta que lees.



Colores

10.3.10



¿El equilibrio está más en pasar del blanco al negro que permanecer en el gris?





Meollo

9.3.10



―El entendimiento, dicen las enciclopedias, es la facultad humana de comprender, comparar, juzgar las cosas, o inducir y deducir otras de las que ya se conocen.
―Lo juro no fui yo. Se me apareció el fantasma de Deleuze.
―Platón diferenció entre el entendimiento estrictamente discursivo y la razón, que permitía conocer las ideas en sí mismas.
―Me obligó a citarlo y no me pude resistir.
―Y Kant llegó a afirmar que el entendimiento es la facultad de pensar y unificar bajo el concepto la diversidad ofrecida por la sensibilidad.
―Acepto la contingencia en el fracaso de mi comunicación.



Acasos

8.3.10



«Sólo el azar del encuentro garantiza la necesidad de lo pensado», opina Deleuze. Y lo ideado innecesario desahucia el desencuentro de la contingencia humana.



Extravío

7.3.10



Tenía que dar un recital de poesía y perdió la erre por el camino. Fue una tarde de versos gangosos.



Atolladero

6.3.10



A veces me canso de escucharme porque me atoro en un idea. El eco de la mismidad es insoportable.



El estudio del pintor

5.3.10



Todo me pareció misterioso y sugestivo. Miraba a los personajes reales y a los protagonistas de los lienzos que poblaban el estudio alumbrado en penumbra por luces bajas, y no sabía distinguir quiénes me causaban más sorpresa. Entonces era un joven adolescente herido de sensibilidad por la poesía, la música y el dibujo. Y allí comenzó mi viaje iniciático en la escritura, allí se fraguó buena parte del ánimo por la creatividad.

Invitado por un compañero de instituto, la primera vez que pisé aquella sala con suelo de madera y cuadros surrealistas que me recordaban a Dalí, mi timidez me hizo sentirme más pequeño, rodeado de gentes que hablaban y discutían sobre la creación artística. Sentadas o recostadas sobre varias ‘chaise-longue’ aquellos personajes pertenecían a un mundo, hasta entonces, sólo conocido por los libros.

La cita era los viernes, día de permiso extra para volver más tarde a casa, y aquello era una isla en mi vida estudiantil. Esperaba el fin de la semana con anhelo para poder leer algo que hubiera escrito y someterme a los comentarios, condescendientes por qué no, de los personajes que por allí pululaban y a quienes escuchaba, con asombro, contar sus experiencias vitales, sus reflexiones sobre libros y discos desconocidos para mí. Al fin no estaba sólo en el camino que emprendí.



Identificados

4.3.10


A la gente que me rodea, en general, les importa un bledo que tenga un ‘blog’, acostumbrados a lo tangible de mi persona, siente poca curiosidad por la expresión virtual en la que me proyecto a diario.

Si alguien me hace un comentario en persona es casi anecdótico, lo hace más por amistad que por el interés de conocer lo que publico. Incluso quienes solían mostrar alguna curiosidad por lo que escribía en papel, plantean bastante resistencia a este nuevo formato.

Es así, en esta realidad poliédrica que somos, Internet, las bitácoras y las nuevas tecnologías, han añadido una cara más a la persona que somos.


Distancia neuronal

3.3.10



¿Va más lejos la mente matemática que la mente imaginativa?



Pintamos la casa

2.3.10



Van más de cinco años que este inquilino se alojó en la bitácora ‘El día que estés muerto sabrás cuánto te quieren’. Un lustro en el que me he sentido a gusto en un habitáculo a veces burbuja, a veces máquina del tiempo y, a veces, cápsula espacial con la que viajar por el ciberespacio. Internauta de las palabras y de los amigos que visitan la ‘casa’, un día pensé que había pasado el tiempo suficiente como para darle unas manos de pintura y renovarse a la vez que morir día a día como destino común.

Entonces eché mano de quien sabe hacer buenos diseños como el que alberga ahora ‘El sexo de las moscas’. La diseñadora gráfica Anna Jordà ha creado una renovada imagen para ‘El día que estés muerto sabrás cuánto te quieren’. Su creación se ambientó en los objetivos y contenidos de habitan el ‘blog’. El resultado francamente satisfactorio.

Según la propia Anna: «la idea de web y ‘blog’ es recoger ideas y pensamientos volátiles, los que revolotean por la cabeza (metafóricamente, las moscas) y engendrarlos y reconvertirlos a través del sexo. A partir de estos conceptos se ha realizado el logo-marca para la web. Creemos que es importante este elemento gráfico dado que la entrada principal de este ‘blog’ lleva este nombre y por él se le conoce. Por ello proponemos que este logotipo aparezca en todos los blogs de creación propia del autor (...) Por otro lado, la imagen del ‘blog’ mismo (‘El día que estés muerto...) se trabajado a partir del concepto ya existente de ‘ocaso’ pero con un tratamiento más de obra gráfica. Una línea de horizonte y un pequeño sol escondiéndose. Se ha añadido un segundo sol. Conceptualmente se pretende también añadir un sol naciente para plasmar la dualidad de principio-fin y hacerlo visualmente más rico. Los colores son sobrios, elegantes y serenos. Se apartan de los colores generalmente luminosos que encontramos en formatos de Internet. Acompañan a los pensamientos pero no los distraen.»

Terminado el trabajo de Anna, llegó la hora de hospedar esa imagen gráfica renovada. Y vino Antonio Zambrana, administrador y diseñador de Blogsmadeinspain a rematar la faena.

El resultado delante de vuestras pantallas está. Espero que lo disfrutéis.