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Citados

20.11.20


Alega Cesáreo Goicoechea Romano que «el valor de una frase célebre no estriba en quién fue el primero que la pronunció sino en cuántos la citaron posteriormente, de ahí su nombre». Lo ecoico es un componente de una alta presencia en el pensamiento humano porque la repetición nos afirma en nosotros mismos. Por eso Winston Churchill aconseja que «es bueno que un hombre no instruido lea libros de citas», para que alcance algo de orientación en su viaje mental, y porque «la mayoría de la gente es otra gente. Sus pensamientos son las opiniones de otros, sus vidas, mímica, sus pasiones, una cita», que indicó Oscar Wilde, un producto evolutivo misceláneo.



Hazañas

20.8.20



Decía William Faulkner: «Voy a retomar mi pobre vida, tan sosa y tranquila, donde las frases son aventuras». Y tanto, cada día emprendo una odisea de las palabras mientras vivo una sosa existencia entre las contingencias de la escritura y su lenguaje.



Tabernario

2.5.19



Mi amigo Julio, catedrático de las barras de bar, me soltó hace unos días una de sus frases lapidarias: «Deberíamos durar noventa años como niños y después morirnos». Y sé que nunca ha leído Peter Pan.



La edad de lo breve

22.2.16



Según Leonid S. Sukhorukov, «la brevedad puede ser el alma del ingenio; puede ser también una bendición». Este tiempo de escritura da fe de ello, donde existe tanta brevedad desarmada de talento.



Distraídos

1.2.16




Hermann Alexander Graf Keyserling opinaba que «cuanto más creativo es un hombre, más rutinario es en los detalles insignificantes de su vida; lo que importa es que no le distraigan su atención». Metódico en las rutinas, el tiempo ahorrado lo invierto en la creatividad.










Lacerantes

9.7.15



Advertía Nicolás Gómez Dávila que «el escritor que no ha torturado sus frases tortura al lector». También puede ser verdugo de sí mismo y aplicarse la autoflagelación. Y hasta la mutilación gramatical.



Palabreando

21.5.15



Fernando Pessoa, en el ‘Libro del desasosiego’, apuesta por el abandono en la escritura: «como todos los grandes enamorados, me place la delicia de la pérdida de mí mismo, cuando el gozo de la entrega se vive de una forma absoluta. Y así, muchas veces, escribo sin querer pensar, en un devaneo exterior, dejando que las palabras me hagan fiestas, como niño que llevaran al cuello. Son frases sin sentido, corriendo mórbidas, con una fluidez de agua sentida, un olvidarse…» Quién pudiera siempre perderse en aquello que ha escrito y no encontrarse repetido en cada página o fragmento, perseguido por su propia conciencia.

Añade Pessoa: «me gusta hablar. O mejor: me gusta palabrear. Las palabras son para mí cuerpos tangibles, sirenas visibles, sensualidades incorporadas. Tal vez porque la sensualidad real carece para mí de cualquier interés —ni siquiera mental o de ensoñación—, se me transmutó el deseo en aquello que en mí crea ritmos verbales, o los oye de los otros».  Y en ese juego mental permanecemos prisioneros.



Frases de manejo cotidiano

15.2.07


«Entre unos y otro me vais a enterrar»
«No salimos de pobres»
«Me tienes frito»
«Pegas un viaje ahí que arde el agua»