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Hazañas
20.8.20
Decía William Faulkner: «Voy a retomar mi pobre vida, tan sosa y tranquila, donde las frases son aventuras». Y tanto, cada día emprendo una odisea de las palabras mientras vivo una sosa existencia entre las contingencias de la escritura y su lenguaje.
Conversación con ruido de fondo
10.3.15
—Señor Faulkner no piensa que es un contrasentido que la vida sea un cuento contado por un idiota
— La vida es un camino sin retorno.
—Y de voluntad de recorrerlo.
—No es que pueda vivir, es que quiero. Es que yo quiero. La vieja carne al fin, por vieja que sea. Porque si la memoria existiera fuera de la carne no sería memoria porque no sabría de qué se acuerda y así cuando ella dejó de ser, la mitad de la memoria dejó de ser y si yo dejara de ser todo el recuerdo dejaría de ser. Sí, pensó. Entre la pena y la nada elijo la pena.
—Y luego está trabajar para vivir.
—Una de las cosas más tristes es que lo único que un hombre puede hacer durante ocho horas, día tras día, es trabajar. No se puede comer ocho horas, ni beber ocho horas diarias, ni hacer el amor ocho horas... lo único que se puede hacer durante ocho horas es trabajar. Y esa es la razón de que el hombre se haga tan desdichado e infeliz a sí mismo y a todos los demás.
—Es su infortunio.
—Un hombre es la suma de sus desdichas. Se podría creer que la desdicha terminará un día por cansarse, pero entonces es el tiempo el que se convierte en nuestra desdicha.
—Ante eso ponerse a soñar lo puede aliviar.
—La sabiduría suprema era tener sueños bastante grandes para no perderlos de vista mientras se persiguen.
—Eso inquieta a mucha gente.
—No te preocupes por ser mejor que tus contemporáneos o predecesores. Intenta ser mejor que tú mismo.
—Ya lo intento pero es necesario actuar.
—Los que pueden actúan, y los que no pueden, y sufren por ello, escriben.
—También hay que valer para eso.
—Para ser grande hace falta un noventa y nueve por ciento de talento, un noventa y nueve por ciento de disciplina y un noventa y nueve por ciento de trabajo.
—Es usted muy amable.
—Algunas personas son amables sólo porque no se atreven a ser de otra forma.
Etiquetas: aforismo dialógico, William Faulkner
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