Cuento triste

31.1.21


Acaba de leer ‘La tristeza’ y la imagen del cochero Yona y su caballo se repite en su mente sin cesar, lo imagina hundido en su desolación como pisadas clavadas en la nieve. Le desespera tanto ese final sin nadie con quien desahogar su corazón que por un momento se viene abajo como el protagonista del cuento de Chejov. Mientras reflexiona sobre el arte del autor ruso un mensaje de WhatsApp aparece en la pantalla de su teléfono móvil junto con un sonido peculiar adjudicado al contacto de un amigo. Lo lee: «El hijo de Martín ha fallecido de Covid en Londres». Piensa en ese padre que desde hace algunos años vive retirado en un pequeño pueblo, aislado y solitario. Le vuelve la imagen del cochero: Mi hijo ha muerto; pero a mí la muerte no me quiere. Se ha equivocado, y en lugar de cargar conmigo ha cargado con mi hijo. Siente la angustia de Martín pensando que son los hijos quienes deben enterrar a los padres y no al revés. En ese momento hace suya la desesperación que se habrá apoderado del corazón de Martín. Recuerda entonces que el dolor de los padres que pierden a un hijo no tiene nombre y las palabras del cuento vuelven a su mente: Su tristeza a cada momento es más intensa. Enorme, infinita, si pudiera salir de su pecho inundaría el mundo entero. De un salto se pone de pie como si quisiera sacudirse lo que siente y despertarse de un sueño, mientras en un espejo ve que hay lágrimas en su cara, pero que, como Martín, no tiene ningún ser humano con quien desahogarse: El caballo sigue comiendo heno, escucha a su viejo amo y exhala un aliento húmedo y cálido. Yona, escuchado al cabo por un ser viviente, desahoga su corazón contándoselo todo.



2 apostillas:

Albada Dos dijo...

Un libro que te ha impactado. La tragedia de perder a un hijo es tan íntima, es esa amputación de víscera que no sé ni cómo sobreviven

Un abrazo

Joselu dijo...

Conocí a un hombre, jugador de tenis a sus ochenta años, vitalista y superviviente nato, que perdió no a una sino a dos hijas: una por accidente de tráfico y otra por cirrosis hepática. La última vez que lo vi parecía entero y lleno de determinación. Pienso que la resistencia psicológica de cada uno es diferente y lo que a unos puede hundir definitivamente, otros sobreviven. En las guerras es frecuente perder a hijos. Yo creo que no podría superarlo. Un cuento vibrante y lleno de intensidad.