Veloz

27.5.10



«El que no corre, vuela», podría ser una de las máximas que se aplican a Internet. Todo es cambiante y raudo, todo es inservible desde el mismo instante que se actualiza un nuevo latido tecnológico, una nueva pulsión digital. Así la velocidad y profusión, por ejemplo, de los contenidos de Twitter lo hacen, a la vez, acelerado e infructuoso, dada la incapacidad de asimilar tanta información conformada de manera heterogénea, casi caótica. Escapar de ese vórtice cada vez será más peliagudo.O quizás sólo nos quede conjugar el verbo tuitear: yo tuiteo, tú tuiteas, él tuitea,...



7 apostillas:

Anónimo dijo...

El futuro de subjuntivo: tuitearen.

Matías dijo...

tuitear temer partir... pronto en cada escuela...

dgl dijo...

Se parece al verbo tontear.

Joselu dijo...

Twiter no me convence, aunque reconozco que tiene algo de desafío en el hecho de concentrar una idea o un relato en 146 caracteres, pero es tan efímera su existencia, tan leve su poso, tan inexistente... que uno piensa que es una metáfora de la sociedad contemporánea: vertiginosa, concentrada, intrascendente, venal... Es tan difícil enseñar a construir un discurso en la escuela cuando todo tiende a eso...

Juan Poz dijo...

L sociedad, Joselu, no tiende al discurso, sino al concurso, en su acepciòn más banal y venal. Por otro lado, no estoy de acuerdo con que los contenidos de la red sean todos tan efímeros, instantàneos, flor de un segundo. Si así fuera yo no andaría, como era antes tradición muy popular, de visiteo con tanta asiduidad. Esta casa de Francisco en la que estamos es ejemplo de ello. Cada día cambia y no cambia nunca, porque, al menos yo, siempre encuentro lo que vengo buscando: la complicidad de la inteligencia, la sensibilidad, el respeto y el inapreciable buen gusto, amén de la generosidad impagable del anfitrión que nos da el pie, y a quien correspondemos dejándole intacta la mano que mece la ocurrencia -de currar..., dirían yo, más que de ocurrir- diaria.

ricard dijo...

estoy con Juan Poz en que ambas cosas conviven en internet. Puede (confío) que sus aspectos más efímeros no tarden en pasar de moda, entre otras cosas porque también cansa. Cada novedad se nos brinda como un nuevo juguete que cuenta con una periodo de benevolencia y de interés inicial que poco a poco mengua. Flujo y reflujo. La ley del péndulo. A mí no me extrañaría nada que dentro de 3, 4 ó 5 años, el fenómeno Twitter se deshinchara y que otras cosas (¿el ajedrez? ¿la calceta? ¿la restauración de enseres viejos? No sé) que reclaman su tiempo vuelvan a disponer de más atención. No tengo con qué sustentar esto, pero me da que así podría acabar siendo.

Ex Anónima dijo...

a mi que no me tuiteen!