La comida rápida forma parte de la dieta de millones de personas en el mundo. El consumo de productos culturales se hace cada vez más compulsivo. La velocidad se ha conformado en un modelo vivencial. Y la prisa marca el tempo del metrónomo de nuestras vidas.
Los productores de información no han podido o no han querido sustraerse de esta dinámica y han entrado de lleno en un ritmo vertiginoso y frenético en formato monocorde .
Información exprés y noticias ‘clines’ para consumo rápido y fácil del gran público, un producto para cebar las neuronas de memeces y adherir a ellas una grasienta capa de idiotez.
No basta con informar para adoctrinar, hay que comunicar para reflexionar de manera crítica y descartar el eslogan ‘usar y tirar’.
3 apostillas:
Por desgracia francisco,
el fast foot informativo siempre ofrece mono menú, hamburguesa de carne picada de cualquier cosa...
( mujeres a manos de sus compañeros o amantes, carne de cañón en guerras interminables perdidas por todo el mundo, carne de catástrofes, carne y más carne muerta) sobre la que vierten salsa rosa o ketchut, salido del corazón o de las tripas de alguien, entre dos panes inmensos de papanatas que tragamos con todo, a toda prisa...
después claro...
colesterol por las nubes, arteriosclerosis del alma mundial y finalmente infarto generalizado que colapsará a la humanidad, por el exceso de grasa ingerida...
Vaya trágica que me he puesto ;-)
Muchos besos y feliz noche.
Hace tres o cuatro meses fue noticia mundial el terremoto de Haití. Todas las agencias del mundo se aprestaron a llevar hasta el lugar de la tragedia a enviados especiales que cubrieron exhaustivamente la situación. Pero en dos semanas o tres dejó de ser noticia, igual que tantas otras desgracias en el mundo. Hoy hay un apagón informativo total y ya no suscita interés. Nuestra mente ha sido conformada por la prensa, por los mass media, por la publicidad, por la tecnología y necesita de estímulos constantes para mantener la atención. Pocas cosas nos asombran y si lo hacen es durante un escaso tiempo. Necesitamos carnaza nueva constantemente. El ser humano contemporáneo es -me incluyo por supuesto- superficial, acostumbrado al fast food y a los cambios vertiginosos sin dimensión. Todo va demasiado rápido, nada adquiere espesor. Pero no veo que tenga solución. ¿Qué es ser crítico en un mundo de apariencias y cambios constantes?
Hay que enseñar a pensar, a reflexionar, a digerir la información, no a consumirla.
Bien!
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