Confusión

7.1.10



Puede que sea una ingenuidad más o tan sólo una torpeza. En estos casos me da por recordar aquello de que las barricadas siempre se alzan en nombre de la burguesía y que las revoluciones lo cambian todo para que todo siga como estaba bajo otro aspecto. A pesar de ello no puedo evitar embarcarme en una nueva aventura que terminará, vaticinó, en desastroso final igual que tantas otras.

El gobierno español ha vuelto a dar una vuelta de tuerca más en el tema de Internet, maquilla a la fiera una y otra vez para que los internautas vean que es mansa y que puede pasar.

No, no hay que dejarla pasar. Los tiempos imponen nuevos modelos de negocio cultural, que sea menos negocio y más cultural. Nuevas fórmulas de percibir ingresos de manera ajustada a la calidad del producto y no para enriquecer a las élites culturales. Internet, en su actual formato, supone una bocanada de aire fresco para muchos ciudadanos porque les otorga herramientas y productos culturales a los que acceden sin un coste desorbitado. A mayor conocimiento más amplia libertad mental.

Las leyes que se quieren aplicar confunden un hecho cultural con un soporte, un bien único con un bien general. Un hecho que se debe denunciar y, si se quiere, contra él clamar.

2 apostillas:

María dijo...

No creo que sea en absoluto ingenuo, clamar, reclamar y hasta patalear, para que la libertad siga rigiendo internet.

Al fin y la cabo y con independencia del final de esta película, es el único derecho legítimo que asiste al ciudadano, para el que no necesita el amparo, ni beneplácito de nadie.

¡¡Suerte Francisco!!;-)

Muchos besos.

Juan Navarro dijo...

Sólo una precisión: no se puede arrancar la gestión de los derechos de autor a unos (las grandes multinacionales, por ejemplo) para entregarlo a las grandes plataformas de servicios. Lo importante son los creadores de cultura y sus consumidores, eso es lo que hay que proteger. El debate ahora mismo, sin embargo, es una disputa entre formas de ejercer la rapiña.
Un abrazo.