Año nuevo, viejas ilusiones

1.1.10



Pasar por aquella madeja de calles al salir de la escuela tenía su gratificación, a pesar de llegar a casa casi con la anochecida. En una de esas angostas callejuelas se escondía una imprenta que, para fortuna de mi estatura de niño, estaba casi un metro por debajo del nivel del callejón. Cada tarde pasaba largos ratos parado en el umbral de la puerta mientras observaba, atónito, el concierto de las máquinas de sincronizados movimientos. Miraba con asombro el trasiego de los tipógrafos que corregían las pruebas embadurnados de tinta mientras me impregnaba de ese olor a resina y aceite, a barniz y cera, que desprendía el local. Era tan prodigioso ver como las palabras invadían la albura del papel, una y otra vez, bajo aquel sonido interminable: chaf-chaf, chaf-chaf. Un ruido semejante al paso de los días, ahora que comienza un nuevo año con jornadas en blanco dispuestas a dejarse impresionar por los vocablos de nuestra identidad.

4 apostillas:

Joselu dijo...

¡Qué fascinación la de un niño ante aquellos oficios misteriosos cuando las máquinas y los objetos todavía no eran entelequias tecnológicas de circuitos integrados! Tuve aún tiempo en mi niñez en poder sentirme hechizado, como tú, ante la contemplación de las calles, los talleres, el mundo que todavía tenía sabor a antiguo, a lento, a humano.

Danilo Gatti dijo...

año nuevo
hombre nuevo
viejos habitos












old habits die hard

Juan Navarro dijo...

Recuerdo con veneración horas de niñez en la puerta de la fragua de enfrente de la casa de mi abuela, el sonido del golpeteo del martillo sobre las rejas y el golpe esporádico del macho, el soplido del fuelle para avivar el fuego y el abrupto suspiro del agua cuando recibía la rojez moldeada del hierro. Y recuerdo la carpintería, también niño, cerca de casa, mucho más tarde, donde aprendí palabras mágicas: sierra, escofina, lima, cola de conejo,... y donde aprendí que el alma de las cosas cambian cuando cambia su esqueleto.
Un abrazo.

Maria Coca dijo...

Los recuerdos nunca envejecen. Sólo nosotros lo hacemos.

Besos enormes.