Miedos infantiles

8.1.10



Una de las mayores turbaciones de la estación de mi niñez fue el terror a las bombas. Lo fue desde el día que oí la narración sobre las que cayeron en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.

Me dio por pensar en cada víctima de un desastre semejante y en ser yo una víctima más de un percance de tal magnitud, algo que me impediría ir a la escuela, desayunar churros los domingos y bañarme en la playa. Y, sobre todo, jugar largas tardes con los niños del barrio.

Me horrorizaba imaginar que una bomba sin más, caída del cielo, podría borrar las calles por donde pasaba y jugaba al escondite, el viejo cine de emocionantes películas y aquel vetusto caserón donde los niños guardábamos secretos.

Me sentía desconsolado por suponer que personas como el abuelo Juan, apenas ya sin vista, que nos contaba historias incomprensibles apoyado en su cayado se desintegrara sin más, igual que la tía Emilia y sus dulces.

Sentía tristeza por los perros realengos que nos seguían a todas partes, incluso por Ricardito, aquel malvado niño que se cruzaba en mi camino para impedir mi vuelta a casa.

Una bomba atómica caída del cielo era un desastre de tal magnitud que me impediría, nunca más, volver merendar carne de membrillo.


8 apostillas:

Neo dijo...

Es un tema superinteresante!
¿Cómo y porqué perdemos los miedos infantiles?
Yo, por ejemplo, no me acuerdo de porqué perdí el miedo a la oscuridad, o a los perros grandes...
Y más grande todavía es definir con precisión qué es el miedo.
Saludos!

Ex-compi dijo...

Pero eso no es un miedo infantil, es una realidad infantil. Lo que emociona es como es posible presencial dos desastres de esa magnitud y no acabar repudiando al humano..

Joselu dijo...

Yo no supe de niño sobre estas bombas. No recuerdo cuándo fui consciente de ello. Sin embargo, siempre me ha sorprendido la escasa resistencia intelectual que ha habido frente a aquel criminal acto de guerra. Pocos intelectuales lo censuraron, entre ellos Camus. Todo el mundo, especialmente en Estados Unidos y Occidente en general, se apuntó a la explicación de que eso evitó una larga guerra que hubiera sido muy cruel también. Los lamentos sobre el lanzamiento de estas bombas no han pasado de las buenas intenciones. Forman parte de la historia universal de la infamia. Una película espléndida es Hiroshima, mon amour de Alain Resnais que volví a ver en agosto de 2005. Es increíble cómo los japoneses han sabido asimilar esta terrible experiencia, no sentirse traumatizados por ella, aceptar al enemigo, imitarlo e incorporarse al mundo occidental siendo también profundamente orientales. La civilización japonesa es muy sabia. Muy hermoso relato con carne de membrillo incluida. Ella también forma parte de mi paisaje de niñez.

Neo dijo...

Joselu, por supuesto que las bombas atómicas fueron algo tremendamente malo; lo que no tengo tan claro es que los japoneses sean sabios por imitar a los estadounidenses! jaja
sabes la cantidad de problemas mentales que tienen los japos? yo creo que los mismos que los occidentales o más.

Joselu dijo...

Neo, los japoneses razonaron tras la segunda guerra mundial: si nos han vencido a nosotros es que son mejores. Y entonces se dedicaron a imitarlos, y reconstruyeron admirablemente su país que es la mitad de España pero en el que viven creo que 140 millones de personas. Japón no deja de admirarme, y por supuesto que tendrán problemas. Como todos. Pero hay otras culturas que hacen del martirio y de la inmolación, de la humillación y la venganza el centro de su mundo. Salir adelante tras la derrota sufrida es un ejemplo de sabiduría.

Juan Poz dijo...

Aquí en Cataluña, por ejemplo, Joselu, ya se entona la palinodia por la derrota por venir, en una suerte de virtuosa recreación en el lamento, algo a lo que una parte del vienés Sacher-Masoch dio nombre...
De la "carne de membrillo", me quedo con esa "carne" que le da una vida pícara al membrillo que contrasta con su dulce condición. Otra expresión pareja sería "dulces de sartén".

leon no es feroz dijo...

Con el membrillo he vuelto a mi infancia. Lo que hace una palabra oye. Es como " pan de ángel". Esos recortes de la sagrada forma.
Miedo, en mi infancia me daba Sor Sabina, esa monja desterrada luego a Madagascar...Y la sangre, tendré que tumbarme en el diván de Woody. con Poz, me he perdido...qué dice de dulces de sartén?

Neo dijo...

perdona, Joselu, es que además yo no acabo de ver claro lo del tema de los países. ¿qué es un país? te digo en serio que ahora se me escapa el concepto. Y todavía iría más lejos...cuestionaría si un país es algo real o imaginario.
(ya sé que esto parece una tontería, jajaja, pero creo que hay que pensarlo)
Saludos!