Igual que suenan cada año las últimas doce campanadas, envejecer es repetirnos en aquello que decimos. Somos nuestro primer oyente y, a veces, nos sorprendemos cuando nos escuchamos contar otra vez la misma historia.
Es como con este ‘blog’, después de escribir cerca de setecientos comentarios, me pregunto si no me estaré repitiendo.
3 apostillas:
¡Hey! Yo me estoy preguntando exactamente lo mismo que tú. Me digo si debo cambiar el estilo del blog, cerrarlo, continuar.
(No siento que te repitas)
Felicidades!
Hay una música de fondo que se percibe. Entrar en tu blog es hacerlo en un tugurio de jazz (no de moda) en que un veterano trompetista hace sus variaciones cada noche. El músico se esfuerza y se deja llevar por el ritmo, cada día la pieza es la de siempre (la vida poliédrica)pero la interpretación es distinta. Así entramos a leerte, sabiendo que nos suena el estilo, la melodía, el ritmo... pero nos gusta esa repetición, ese oscuro desaliento con el que nos identificamos. Venga, no sigo... A por los mil cuatrocientos posts. Salud y que lo veamos.
No, no te repites, Sr Ortega Palomares.. Por favor, quédate "conmigo".. Eres uno de los mejores momentos del día!!!
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