Registros

9.8.24


Desesperanza es buscar lo que ha desaparecido.



Guarecidos

8.8.24


Como un pájaro desguarnecido que busca refugio en la tormenta, temeroso y solitario, tal es el transitar humano.



Confusos

7.8.24


El ser humano ha creado un modo de vivir turbio y autodestructor.



Pergaminos

6.8.24


Mi conciencia que morirá conmigo será solo conciencia en aquello que escribo.


 

Trepidaciones

5.8.24


Dicen del amor que es la concordancia de dos personas cuyos sentimientos vibran al unísono.



Ese maldito yo

4.8.24


Siempre ando observando a esa persona que llevamos dentro y que vagabundea de un lugar a otro bailando, cantando, viviendo esas otras vidas que nadie conoce.



Idoneidades

3.8.24


Como no sabes la suerte que te espera elige una forma de vivir que vaya contigo.



Acallamientos

2.8.24


Quienes provocan el ruido piden que no se les grite.



Alguarismos

1.8.24


La gente parece no darse cuenta de que su yo social está atrapado en un algoritmo.



Razones de amor

31.7.24


—Señora Duras, para no creer en el amor, parece usted un corazón enamorado.

—El amor no es más que una ilusión y un espejismo que nos hace ver lo que queremos ver. No hay amor, hay palabras y el amor es una palabra más.

—¿Y cuál es su naturaleza?

—El verdadero amor nunca se desgasta. Cuanto más se da, más se tiene. En el amor verdadero no hay espacio para el miedo ni la duda. Es un sentimiento puro y sin condiciones. El amor verdadero no necesita explicaciones ni justificaciones. Simplemente es.

—¿Qué es el amor?

—El amor es una fuerza indomable que nos consume y nos libera al mismo tiempo. Es una forma de supervivencia, un instinto básico que nos impulsa a seguir adelante. El amor es un lenguaje sin palabras, un susurro del corazón que solo podemos entender a través de la experiencia. Es un viaje sin fin, una búsqueda constante de la felicidad y la plenitud.

—Me gusta oírla hablar.

—El amor es la única respuesta a todas las preguntas, la fuerza que nos impulsa a seguir adelante incluso en los momentos más oscuros. Es un río que fluye en todas las direcciones, sin restricciones ni fronteras. Un eco perpetuo que resuena en cada latido de nuestro corazón.

—Siga, por favor, me deja anonadado.

—El amor es un regalo que se debe cuidar y proteger, no una posesión que se puede controlar. El amor es un baile eterno en el que dos almas se entrelazan y se complementan. La verdadera belleza del amor radica en su capacidad para transformar y sanar incluso las heridas más profundas.

—¿Qué requiere el amor?

—El amor es un acto de valentía, una elección consciente de abrir nuestro corazón a la posibilidad de ser heridos. Y no se mendiga ni se implora, se cultiva y se conquista con el tiempo y la dedicación.

—¿Y cómo lo dilucidamos?

—El amor es un laberinto en el que nos perdemos y nos encontramos una y otra vez. No es un juego en el que se gana o se pierde, es un desafío en el que se aprende y se crece.

—¿Y cuál es su verdad? La verdad del amor no puede ocultarse, siempre se hace evidente en nuestras acciones y nuestras palabras. El amor no tiene edad, es un sentimiento eterno que trasciende todas las barreras temporales. No se puede medir ni cuantificar, es un regalo que se vive en el presente y no por la cantidad de tiempo que pasamos juntos, sino por la calidad de esos momentos.

—Cuánto sabe usted del amor, Marguerite.

—El amor no se busca, se encuentra en el lugar y el momento más inesperados y no conoce límites ni condiciones, es un sentimiento puro y desinteresado que nos eleva y nos transforma.

 


Subjetividades

30.7.24


La lectura de la realidad nunca es objetiva.



Frenadas

29.7.24


Nadie se detiene a esperar en este mundo sin esperas.



Niños previsores

28.7.24

  

Vivíamos muy asustados desde que nos explicaron que llegaría el día del Juicio Final para hacernos un cuestionario sobre nuestras vidas. Desde ese momento nos preguntábamos cómo sería estar haciendo cola en el cielo y nos preocupaba que, con tanta gente la cosa iría para largo, así que decidimos tener preparado un kit de supervivencia para pasar el rato.



Contexturas

27.7.24


El amor reformula el marco existencial.



Mortificadas

26.7.24


Las personas a las que la vida zarandea son las de más hondo espíritu.



A la espera

25.7.24


Siempre estoy preparado para quien viene a leerme.



El desapego de escribir

24.7.24

 

—Aquí, señora Kristóf, con el ruido monótono que hacen las máquinas en la cadena de montaje de relojes, es difícil tener una mente de escritor.

—Para escribir poemas, la fábrica está muy bien. El trabajo es monótono, se puede pensar en otras cosas y las máquinas tienen un ritmo regular que ayuda a contar los versos. En general, me contento con escribir dentro de mi cabeza. Es más fácil. En la cabeza, todo se desarrolla sin dificultad. Pero, en cuanto se escribe, los pensamientos se transforman, se deforman, y todo se vuelve falso. A causa de las palabras.

—¿Se escribe contra todo y a pesar de todo?

—Escribir no es una profesión, es una vocación. Una se hace escritora escribiendo con paciencia y obstinación, sin perder nunca la fe en lo que se escribe. Hay que escribir, naturalmente. Luego, hay que seguir escribiendo. Incluso cuando no le interese a nadie, incluso cuando tenemos la impresión de que nunca interesará a nadie. Incluso cuando los manuscritos se acumulan en los cajones y los olvidamos para escribir otros.

—¿La escritura es una herramienta de autodescubrimiento y comprensión que permite procesar experiencias y saber sobre la condición humana?

—Escribo para entender el mundo y a mí misma.

—¿Se escribe para amplificar las voces de aquellos que a menudo son marginados o no escuchados?

—Escribir es una forma de dar voz a los que no tienen voz.

—También de desafiar las normas sociales.

—Escribir es una lucha contra el silencio.

—Pero surgen dudas, interrogantes sobre el absurdo de escribir, la mala conciencia por dejar de hacerlo y la consideración de los demás sobre lo que uno hace.

—Incluso ahora, por la mañana, cuando la casa se vacía y todos mis vecinos se van

a trabajar, tengo un poco de cargo de conciencia por instalarme en la mesa de la

cocina a leer los diarios durante horas en vez de… fregar los platos del día anterior, ir

de compras, lavar y planchar la ropa, hacer mermeladas o pasteles… Y, ¡sobre todo!, en vez de escribir.

—¿Y al final qué hacemos?

—Realmente ya no quiero escribir más. A los libros anteriores les fue bien. No quiero estropearlos con algo menos bueno.

—¿Y leer?

—Leo. Es como una enfermedad. Leo todo lo que cae en mis manos, bajo los ojos: diarios, libros escolares, carteles, pedazos de papel encontrados por la calle, recetas de cocina, libros infantiles. Cualquier cosa impresa. Fue así como, muy joven, por casualidad y sin apenas darme cuenta, contraje la incurable enfermedad de la lectura.

—¿Lo pasó mal entonces?

—Mi enfermedad de la lectura me traería sobre todo reproches y desprecio: No hace nada. Se pasa el día leyendo. No sabe hacer nada más. Es la tarea más pasiva de todas. Perezosa. Y, sobre todo, lee en vez de… ¿en vez de qué? Hay miles de cosas más útiles, ¿no?

—¿La mentira forma parte del juego literario?

—Desconfío de la mentira de los sentimientos. Si uno piensa, le resulta imposible amar la vida. Las palabras que definen los sentimientos son muy vagas; es mejor evitarlas y atenerse a la descripción de los objetos, de los seres humanos y de uno mismo, es decir, a la descripción fiel de los hechos.

—¿Y la tristeza?

—Hay vidas que son más tristes que el más triste de todos los libros. Por muy triste que sea un libro, nunca puede ser tan triste como la vida.

Caídas

23.7.24


El futuro es un abismo insondable donde nunca dejas de caer.



Descarriados

22.7.24


Lo más duro no es estar solo sino andar perdido dentro de la soledad.



Voz narrativa

21.7.24


«Eres idiota», le espetó el lector (y pensó puede que sí o puede que no) y sorprendido el autor de este cuento volvió a escuchar: «¡Qué cuento tan ridículo! Cómo se te ocurre decir esto». Momento en el que estuvo a punto de abandonar la tarea que se traía entre manos, porque no estaba dispuesto a que le faltaran el respeto a su trabajo. «Quieres centrarte en contar una buena historia y no divagar con estas memeces que escribes», lo escuchó expresar desde el otro lado del libro aún sin publicar. Se turbó y dudó en seguir escribiendo estas líneas porque le desconcertaba la idea de que, desde el universo paralelo de la lectura, un intralector le estuviera coartando su creatividad con esas expresiones que escuchaba. Llegó a pensar que se trataba de esas voces interiores que se le aparecen a quienes escriben y andan mezclándose en la cabeza entre el monólogo y el diálogo. Así que trató de centrarse en lo que quería plasmar y que no era otra cosa que una narración sobre gatos. «Te leo y no salgo de mi asombro, ¿de verdad vas a tratar sobre felinos domésticos y holgazanes? ¿no tienes una ocurrencia peor?», (y mientras lo oía reír, de manera instintiva, quiso indicarle: dímela tú). Entonces paró en seco y dejamos de escribir los dos.