Al abrir la puerta observó un leve temblor en el labio de abajo, como balbuciendo un saludo que no pronunció desde sus ojos claros y su lacia melena rubia. La hizo pasar y la mujer entró con su condición inferior no solo de estatura sino de clase social. Ambas expusieron un gesto de tristeza enlutada, de pésame absoluto como el cero absoluto de la temperatura, y compungieron lágrimas de un sentimiento convenido y convencional para el momento de ese encuentro.
Toda la vivienda regida por un diseño funcional y minimalista filtraba la luz meridional y clara a través de grandes cristaleras que hacían de paredes, perfilando la silueta de las dos mujeres que dieron rienda suelta a lo emotivo de la ocasión, como quien reinicia una computadora para ponerla en marcha de nuevo.
La urna funeraria, también denominada urna cineraria que viene del latín cinis-eris que significa ceniza, y que es un vaso cerrado de piedra, bronce, mármol, alabastro, cerámica o vidrio, en el que los parientes de un difunto recogen sus cenizas después de su cremación.
Tras el instante iniciático, la propietaria de la vivienda le indicó con un gesto a la visitante el camino a seguir. Entre una y otra parecía fluir una cierta confianza capaz de transmitir anécdotas y chismorreos y, sin embargo, había un escalón psicológico de superioridad y sumisión entre la una y la otra.
Aunque la conversación comenzó fría y con cortedad, las dos mujeres a medida que aflojaron la seriedad de la cita se relajaron de tal forma que hasta soltaron algunas risas, parcos segundos que las devolvieron al luto y al pragmatismo requerido por la situación.
Las urnas funerarias en polvo de mármol morado de Carrara están creadas a mano por artesanos italianos y, como tutelaje del Medio Ambiente, las materias primas utilizadas para la elaboración del producto proceden de empresas autenticadas según las normas internacionales.
Le confesó su agotamiento existencial ante el río de gente que había transitado por el chalet las últimas dos semanas, en una prolongación lastimera de condolencias, ensimismamientos, muestras banales de afectos, cuchicheos, consejos para la transición a la viudedad, panegíricos al finado, y evaluaciones varias de rendidos homenajes hacia su figura.
Una de las cuestiones más escabrosas era la maldad del patrimonio hereditario. Un tósigo para el cual no había encontrado aún un antídoto. La pareja no tenía hijos en común ni tampoco con sus anteriores parejas, por lo que una saga de hermanos y sobrinos de las ramas familiares habían entablado una batalla despiadada por establecer a quien correspondían más honores de ensalzar al extinto y por repartirse su acaudalada fortuna.
La urna cineraria ‘Freddie Mercury’ está realizada después de un concienzudo estudio de las líneas y del diseño, con uso de materiales como el metal de pizarra y Swarovsk, además de un arreglo foral donde es posible colocar una vela votiva.
Antes de despedirla, la mujer le preguntó: «¿quieres ver a mi marido?» Perpleja, acudieron a su mente varios pensamientos: una foto, un vídeo, una resurrección inesperada. Las dos subieron los peldaños de una escalera al aire, dejando en un plano más bajo el salón iluminado por el sol caramelo de la tarde. La dueña de la casa, abrió la puerta corredera que daba paso a una recoleta biblioteca iluminada por pequeñas luces entornadas, mientras se escuchaban levemente canciones instrumentales de Queen.
«Entra», le dijo, y volvió a señalar con sus gestos imperativos dónde tenía que mirar. Elevó entonces la mirada y vio la urna.
En la urna funeraria de bronce 'Velata madre' se podía leer: 'Memento, homo, quia pulvis es et in pulverem reverteris'.