Libros vividos

23.4.14



Cada día es como un libro que toca leer. El de hoy es de una lectura extraña porque tiene salpicaduras de todos los días del año. Cioran decía que «un libro es un suicidio aplazado», donde la lectura se pospone día tras día, porque quizás, como señalaba Ralph Waldo Emerson, «el buen lector es el que hace el libro bueno», y no queremos una lectura al uso, no de ese libro que son nuestras vidas. Menos cuando somos sus propios autores, ya que según Maupassant «la originalidad del autor debe desaparecer en la originalidad del libro».



Ídolos vacíos

22.4.14



—Cuando me paré ante su tumba en Montparnasse, señor Eugène, pensé: que absurda es la muerte pero más absurda es la vida que nos hace contemplarla.
—Las ideologías nos separan; los sueños y la angustia nos unen.
—¿Un desamor entre lo utópico y lo existencial?
—Una idea es verdad cuando aún no se ha impuesto.
—Eso como pensar hacia el otro lado de donde gira el mundo.
—Pensar contra la corriente del tiempo es heroico; decirlo, una locura.
—Locos son los que imaginan.
—La libertad de la fantasía no es ninguna huida a la irrealidad; es creación y osadía.
—¿Eso incluye no saber qué se está contando?
—No tengo idea de lo que estoy escribiendo hasta que acabo. La creación artística es espontánea.
—Pero querrán saber
—¿Por qué la gente espera siempre que los autores contesten a preguntas? Soy autor porque deseo hacer preguntas. Si tuviera respuestas, sería político.
—Los políticos tampoco tienen respuestas. Sólo quieren poder.
—Nadie es dueño de la multitud aunque crea tenerla dominada.


Hechos

21.4.14



De todo aquello que nos hace somos, en gran medida, lo que hacemos con ello.



Agricultor verbal

20.4.14



Plantó algunas palabras en el campo semántico familiar y logró una buena cosecha de parientes.



Despellejar

19.4.14



Decía Jorge Luis Borges que «quizá haya enemigos de mis opiniones, pero yo mismo, si espero un rato, puedo ser también enemigo de mis opiniones». Cómo perder la oportunidad de ajustar cuentas con uno mismo.



El profesor

18.4.14



Era martes 7 de octubre de 1975. A segunda hora tocaba dar ‘Literatura’ con don Antonio Carrillo en su primera clase del curso. Carillo era un tipo joven, enjuto y nervioso. Tenía fama en el instituto de Bachillerato de ser un profesor serio y exigente, algo que impresionaba. Como me gustaba leer y escribir, afronté el reto de la asignatura con entusiasmo pero con cierta preocupación por temor a no estar a la altura de su enseñanza.

Tras presentarse como tutor del aula, pasar lista y relatar los contenidos y objetivos de la asignatura nos dijo: «saquen sus cuadernos y copien». A continuación y de forma pausada comenzó a leer:

         «Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo».

Mi corazón aleteó. Qué era esto. Nunca había leído nada parecido. Melquíades, Úrsula, Aureliano,… ¿De dónde había surgido aquel universo de palabras mágicas que don Antonio Carrillo nos estaba dictando? Apenas fueron una veintena de líneas con imanes, fierros mágicos, gitanos y sabios alquimistas de Macedonia, pero desde aquel momento nada fue igual. Devoré la novela como devoraba las meriendas que me hacía mi madre, con impaciencia y deleite.

Siempre estaré en deuda con estas dos personas maravillosas, a las que doblegué mi corazón juvenil: Antonio Carrillo Alonso y Gabriel García Márquez. Gracias a los dos. Eternamente.

Juguetes rotos

17.4.14



Uno de los peores atentados contra el ser humano es el robo de su infancia. La esclavitud, la prostitución, la explotación, son los exponentes más claros de ese crimen, que suele ocurrir en países con pocas garantías para la infancia. 
Otra más de esas formas de destruir la infancia es mentirles con la promesa de llegar a ser futbolistas famosos. A Europa se estima que han llegado entre 10.000 y 20.000 menores africanos para cumplir con su sueño de jugar al fútbol y que han sido abandonados en las calles. En África tenían una infancia difícil, aquí una infancia rota.
Con ser más sutil no es menos cruel la ocurre junto a nosotros. Son miles de niños los que con el beneplácito familiar los que dejan todo para jugar al fútbol en España.
Leo el testimonio de un exfutbolista, Borja Criado, quien señala: «entrenábamos cuatro días a la semana por las tardes y llegaba a mi casa todos los días no antes de las diez de la noche.  Con este nivel de exigencia, no daba tiempo ni para hacer los deberes, ni para estudiar ni para otra cosa que no fuera dedicación exclusiva al fútbol.  Es cierto que teníamos que presentar las notas en el club cada trimestre y, salvo alguna excepción, mis compañeros venían con una relación de suspensos importantes».
Criado además señala: «creo poder decir que he encauzado bien mi vida profesional tras mi etapa en el fútbol de élite.  Sin embargo, no siempre ocurre así, e incluso podría decirse que, en muchas ocasiones, la cosa no termina tan bien (…) De aquel equipo de veintidós futbolistas que eran campeonísimos, sólo cuatro han conseguido tener una carrera en Primera o Segunda División».
Es decir que más del ochenta por ciento de esos chiquillos que no tienen una infancia como el resto, tampoco logran un futuro como futbolistas. En el camino habrán dejado un mundo de juegos e imaginación tan propio de la infancia.



Irrisorios

16.4.14



¿Son más ridículas las personas cuanto más pretenden no serlo?



Lección breve

15.4.14



—Señor Chéjov, qué buenos cuentos le contaba su madre, ¿recuerda? Eso habrá influido en su forma tan propia de escribir.
—El arte de escribir consiste en decir mucho con pocas palabras.
—Cada vez menos.
—La brevedad es la hermana del talento.
—Hoy abunda lo breve pero escasea el talento.
—Es algo malo para el escritor asumir lo que no entiende.
—Lo que no entiendo es por qué algunas malas obras gustan tanto.
—Las obras de arte se dividen en dos categorías: las que me gustan y las que no me gustan. No conozco ningún otro criterio.
—Eso tiene su crítica.
—Aislarse en el trabajo creativo es mejor que las críticas negativas que no hacen nada en absoluto.
—Aún a pesar de eso…
—Cuando pienso en mi vocación no temo a la vida.



Exorcizar

14.4.14



Pensamos en lo peor como un conjuro contra el destino hostil.



Proceso

13.4.14



Soy inocente —dijo el culpable— de ser inocente.



Cárceles sin barrotes

12.4.14



Para Virginia Woolf «los ojos de los demás, nuestras prisiones; sus pensamientos, nuestras jaulas». La libertad del ser detenida por el prejuicio social.



Empoderar

11.4.14



El orador ateniense Léptines afirmaba que «en frente está el poder, sin ninguna empatía con sus semejantes». Para el poder no existe el otro en igualdad.



Saturados

10.4.14



Masticamos información y comemos información, aunque somos incapaces de digerirla y terminamos con una indigestión mental ante esa vorágine comunicativa. Tras este fenómeno empiezan a aparecer signos de cansancio en los consumidores de información, algo que les lleva a una experiencia insatisfactoria al sentirse indefensos y perdidos ante tal avalancha informativa. Ese entorno tan saturado de información, que pide constantemente atención, termina por ser un escenario desolador y desquiciante.



Inocencia

9.4.14



¿Inocente es quien no tiene que dar explicaciones?



Un paseo por Comala

8.4.14



—Señor Rulfo, me hubiera gustado ir a Comala por gusto, por saber si le podría encontrar allí.
—Todo escritor que crea es un mentiroso; la literatura es mentira, pero de esa mentira sale una recreación de la realidad; recrear la realidad es, pues, uno de los principios fundamentales de la creación.
—El laberinto de su novela está fabricado de eso.
—Como todos ustedes saben, no hay ningún escritor que escriba todo lo que piensa, es muy difícil trasladar el pensamiento a la escritura, creo que nadie lo hace, nadie lo ha hecho, sino que, simplemente, hay muchísimas cosas que al ser desarrolladas se pierden.
—Y la desmemoria las cubra con su pátina de olvido.
—Estas pláticas que yo tengo con mi conciencia son a veces muy largas, duran días enteros; por eso no resulta que me ponga a contártelas en esta pobre carta. De verdad, cuídate mucho, come y duerme bien y sueña con los angelitos y no en esta cosa maligna que soy yo. Pero no me olvides.
—No se borra la memoria de lo escrito.
—Se trabaja con imaginación, intuición y una verdad aparente; cuando esto se consigue, entonces se logra la historia que uno quiere dar a conocer. Creo que eso es, en principio, la base de todo cuento, de toda historia que se quiere contar.
—Y después a imaginar.
—La imaginación es infinita, no tiene límites, y hay que romper donde se cierra el círculo; hay una puerta, puede haber una puerta de escape, y por esa puerta hay que desembocar, hay que irse.
—Marcharse a través de un cuento.
—La novela, dicen, es un género que abarca todo, es un saco donde cabe todo, caben cuentos, teatro o acción, ensayos filosóficos o no filosóficos, una serie de temas con los cuales se va a llenar aquel saco; en cambio, en el cuento tiene uno que reducirse, sintetizarse y, en unas cuantas palabras, decir o contar una historia que otros cuentan en doscientas páginas.
—O tener esa intuición.
—Concretando: se trabaja con imaginación, intuición y una verdad aparente; cuando esto se consigue, entonces se logra la historia que uno quiere dar a conocer.                                                                        
—Todo escritor que crea es un mentiroso; la literatura es mentira, pero de esa mentira sale una recreación de la realidad; recrear la realidad es, pues, uno de los principios fundamentales de la creación.
—El laberinto de su novela está fabricado de eso.
—Como todos ustedes saben, no hay ningún escritor que escriba todo lo que piensa, es muy difícil trasladar el pensamiento a la escritura, creo que nadie lo hace, nadie lo ha hecho, sino que, simplemente, hay muchísimas cosas que al ser desarrolladas se pierden.
—Y la desmemoria las cubra con su pátina de olvido.
—Estas pláticas que yo tengo con mi conciencia son a veces muy largas, duran días enteros; por eso no resulta que me ponga a contártelas en esta pobre carta. De verdad, cuídate mucho, come y duerme bien y sueña con los angelitos y no en esta cosa maligna que soy yo. Pero no me olvides.
—No se borra la memoria de lo escrito.
—Se trabaja con imaginación, intuición y una verdad aparente; cuando esto se consigue, entonces se logra la historia que uno quiere dar a conocer. Creo que eso es, en principio, la base de todo cuento, de toda historia que se quiere contar.
—Y después a imaginar.
—La imaginación es infinita, no tiene límites, y hay que romper donde se cierra el círculo; hay una puerta, puede haber una puerta de escape, y por esa puerta hay que desembocar, hay que irse.
—Marcharse a través de un cuento.
—La novela, dicen, es un género que abarca todo, es un saco donde cabe todo, caben cuentos, teatro o acción, ensayos filosóficos o no filosóficos, una serie de temas con los cuales se va a llenar aquel saco; en cambio, en el cuento tiene uno que reducirse, sintetizarse y, en unas cuantas palabras, decir o contar una historia que otros cuentan en doscientas páginas.
—O tener esa intuición.
—Concretando: se trabaja con imaginación, intuición y una verdad aparente; cuando esto se consigue, entonces se logra la historia que uno quiere dar a conocer.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                      

Asesor

7.4.14



Siempre he estado muy mal aconsejado por mí mismo y eso me ha traído hasta aquí.



Porvenir

6.4.14



—Cuando dos jóvenes se besan, qué hacen. 
—Fabrican su pasado.



Asolados

5.4.14



Según el arquitecto Alvar Aalto, el ser humano no puede «crear sin destruir simultáneamente». Cada paso construido es un paso borrado de nuestra existencia. Somos porque dejamos de ser.



Enseñanzas

4.4.14



El filósofo griego, Euagon de Samos, aconsejó: «aprende a equivocarte por ti mismo, a reconocerte en tus errores». La mejor lección de vida es la que nos muestra qué somos en nuestras acotaciones.