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Acelerados

20.10.25



Cada salto generacional parece más radical y extremo que el anterior. Entre abuelos, padres y nietos se abre una distancia que ya no mide solo el tiempo, sino la velocidad con que se asimilan las nuevas herramientas. En pocas generaciones se ha pasado de escuchar la radio y cuidar con esmero el tocadiscos, a rebobinar casetes, a navegar por catálogos infinitos de música digital, que se actualizan antes de que terminemos una canción, prisioneros de la abundancia.

La escritura también se ha comprimido hasta volverse casi fantasmal y del garabateo manual se saltó al teclado metálico, del procesador de texto al archivo que se desvanece en la nube, para acabar en la autoedición instantánea. Lo que antes era un oficio paciente, lineal y lento, se ha convertido en un vértigo de novedades que mueren al nacer, incapaces de dejar huella en el tiempo que las devora antes que se vuelvan obsoletas e incomprendidas.

Hartmut Rosa llamó a este fenómeno aceleración social, una expansión de la vida que no amplía la experiencia, sino que la fragmenta. En la prisa por conectarnos, dice, nos alienamos del mundo y de nosotros mismos. Frente a esa pérdida, su propuesta de la resonancia busca reencontrar una relación sensible con lo que nos rodea. Otros pensadores coinciden en la urgencia de reconstruir vínculos significativos, de volver a un ritmo donde la existencia pueda sentirse y no solo medirse.

La generación actual, perdida en ese vértigo perpetuo, debería aprender a demorarse en los márgenes. Quizás el sentido no esté en correr más rápido hacia ninguna parte, sino en volver a oír ese eco que es el rumor del mundo que aún quiere hablarnos antes de que el ruido de la velocidad lo borre para siempre.



Cinemática

21.2.23



Desacelerar la velocidad constante de este vivir hasta llegar a cero que es la calma.



Cambio de marcha

21.6.19



El cerebro humano se subió al vehículo del progreso y viaja dentro de un vagón donde no percibe que cada vez va aumentando la velocidad, disminuye su campo de visión y acrecienta su fatiga.




Apeadero

3.6.19



La existencia del ser humano viaja cada vez a mayor velocidad y urgencia. El vértigo causado le impide bajar, detenerse.



Velocidad existencial

9.2.19



Existen aplicaciones para móviles que te resumen tres libros en quince minutos. Hay quien ve películas o escucha música al doble de velocidad. Cada época ha sumado mayor velocidad a la existencia humana, aumentando nuestra aceleración mental y la ilusión de que podemos realizar más acciones nos hace percibir que el tiempo se aprieta.



Aceleración

14.7.17



Las certezas del ser humano se derrumban a la misma velocidad que avanza su progreso.



Velocidades

3.2.17



La aceleración de la vida moderna constriñe nuestra unidad tiempo.



Nuevos parámetros

7.4.11



A medida que la tecnología ha permitido aumentar la cantidad de información y una mayor velocidad en la circulación de datos, el conocimiento se ha quebrado en finísimos y multitudinarios fragmentos.

Fruto de este nuevo panorama sus consecuencias te hacen, por ejemplo, participar de experiencias como estar por la mañana junto a unos chavales en un recital poesía que promocionan desde su blog de clase, y por la noche con los chicos de Twitter mientras ponen en ridículo a los europarlamentarios.



Física elemental

12.4.06




La velocidad es igual al espacio partido por el tiempo. La misma velocidad a la que se consumen mis comentarios (‘post’) en el espacio de esta bitácora entre el tiempo de cada día.



Corredores de fondo

29.3.06




El poeta latino Ausonio escribió: «Collige, virgo, rosas dum flos novas et nova pubes et memor esto aevumsic properare tuum» (Coge, niña, las rosas mientras existe la flor fresca y la nueva juventud y recuerda que así corre tu tiempo). Y Ovidio sentenció: «Tempus edax rerum» (El tiempo devorador de todo).
Algunas personas interpretan, a raíz de estas palabras, que la vida es una carrera de velocidad. Y en cambio se trata, más bien, de una carrera de resistencia. Gana quien más aguanta.