Precios

12.3.19



Acudo a desayunar a una cafetería cercana a mi centro de trabajo. Bulliciosa y llena de gente, lo que más me llama la atención es el nivel decibélico de su ambiente. No es que me moleste en exceso mientras busco en el café algún pensamiento con que construir el relato del día que, tantas veces, luego los acontecimientos cambian el guion. 
Un poco más apartado, otro negocio similar al que voy por azar, ofrece un ambiente distinto. Mientras mastico una tostada reflexiono sobre el eco de las pocas palabras que se escuchan en el local, casi desierto, donde se dan apenas unas conversaciones mudas. Al pagar, descubro que el desayuno me cuesta diez céntimos más que en el primer local. 
Es, entonces, cuando se ilumina mi mente: qué placer pagar tan poco por el silencio y la calma.



3 apostillas:

mailconraul dijo...

¿Cuánto debemos pagar por una grata conversación?

Albada Dos dijo...

Hay decibelios tan altos, que toda baratura sale cara.

Un abrazo

Joselu dijo...

No creo que la diferencia de diez céntimos explique la diferencia entre los dos locales. Tal vez el carácter del jefe, las ofertas de desayuno, los materiales de aislamiento acústico son diferentes. Hay locales con voluntad de calor popular y otros locales de aforo más restringido. El determinante no son solo los precios, que también, sinio el guion dramático o teatral del estableciento. Hay. muchos clientes que se sienten atraídos por el barullo porque acompaña y se sienten repelidos por el silencio que aísla. No es casual que en muchos bares está puesta la tele para crear ambiente. Imagino que a la gente le gusta esto más que el silencio que siempre es elitista. El pueblo español es barroco y no clasicista.