¿Cada día se lee menos porque cada día se escribe más?
«En el fondo, si no me sintiera morir, me podría creer ya muerto.» Samuel Beckett
Escribimos para no dejar de ser quienes somos.
G. Deleuze:
«Quizá soy transparente y ya estoy solo sin saberlo...»
Thomas Szasz:
«Si tú hablas a Dios, estás rezando; si Dios te habla a ti, tienes esquizofrenia. Si los muertos te hablan, eres un espiritista; si tú hablas a los muertos, eres un esquizofrénico»
Marco Aurelio:
«Toma sin orgullo, abandona sin esfuerzo»
Albert Camus:
«La gente nunca está convencida de tus razones, de tu sinceridad, de tu seriedad o tus sufrimientos, salvo sí te mueres»
Charles Caleb Colton:
«Hasta que hayas muerto no esperes alabanzas limpias de envidia»
León Tolstoi:
«A un gran corazón, ninguna ingratitud lo cierra, ninguna indiferencia lo cansa»
Voltaire:
«La duda no es un estado demasiado agradable pero la certeza es un estado ridículo»
Mahmoud Al-Tahawi:
«La perfección es el pecado de los vanidosos. La torpeza la virtud de los indefensos»
Fénelon:
«Huye de los elogios, pero trata de merecerlos»
Antón Chéjov:
«Las obras de arte se dividen en dos categorías: las que me gustan y las que no me gustan. No conozco ningún otro criterio»
Bukowski:
«Que no te engañen, chico. La vida empieza a los sesenta»
1 apostillas:
Sin el objeto directo de ambos verbos es imposible dar una respuesta que no sea el puro grafismo de la vaguedad. Quizás la formulación trasparenta el peligro de ambos: la pseudointransitividad, esto es, parece que signifiquen mucho, apenas enunciados, pero, bien leídos, se nos disuelven ante los ojos como las burbujas del líquido hirviente al que le retiramos el fuego.
En todo caso, hablando de leer literatura y escribir ficción literaria, lo propio es que lo segundo lleve a un incremento de lo primero. De no ser así, el orgullo le puede a la humildad, y todos sabemos, creo, cuál es el fruto borde del orgullo: la pedantería.
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