Tuve en mi infancia una afición fruto de una moda infantil. Era la crianza de los gusanos de seda. Me quedé prendado de los vivos colores de sus capullos y quise dedicarme a su crianza, no sin las objeciones previas de mis progenitores en cuanto a la responsabilidad adquirida.
Gusanos de seda
5.11.10
Tuve en mi infancia una afición fruto de una moda infantil. Era la crianza de los gusanos de seda. Me quedé prendado de los vivos colores de sus capullos y quise dedicarme a su crianza, no sin las objeciones previas de mis progenitores en cuanto a la responsabilidad adquirida.
Tras obtener unos diminutos huevecillos de color negro pegados a una hoja de morera, dispuse un habitáculo que no era otra cosa que una caja de zapatos, a cuya tapadera realicé varias perforaciones que permitieran la entrada de aire. Al principio todo el proceso era lento porque mi ansiedad por ver crecer a los gusanos era apremiante. Después comenzó un ciclo de vida que iba desde el crecimiento del gusano a la encriptación y metamorfosis en el capullo para innovarse en crisálida, salida del mismo y poner los huevos.
Un ciclo de nacimiento, vida y muerte que tras varias etapas me resultó tan iterativo como malogrado. Efecto que acabó con mi afición.
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6 apostillas:
A todos nos duró poco la afición...
;)
Sin embargo, el proceso tiene unas implicaciones existenciales y filosóficas nada desdeñables. Es la secuencia del huevo convertido en gusano que teje su capullo y se convierte en crisálida. Esta transformación es una metáfora de la vida humana y de todas las vidas. Sólo falta por saber cuándo nos convertiremos en crisálidas, si es que nos convertimos. Yo no desespero.
Si es q saber como va a acabar la cosa a veces te deja ya sin fuelle ;) pasa con el mal sexo igualito.
Besos
La mariposa parda incapaz de siquiera aletear no merece el nombre de crisálida...
La afición, sin embargo, tenía la finalidad de despertar el instinto comercial, no el filosófico...
Tal vez no habría sido así si en vez de crisálida hubiese sido una mariposa de verdad. Pero eran tan feas las mamonas, que decepcionaban... claro que decepcionaban!
Como mariposas no eran vistosas, Irene, pero sus largas e impúdicas cópulas sí que lo eran.
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