¿Una promesa incumplida a uno mismo es reprochable?
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Escribimos para no dejar de ser quienes somos.
G. Deleuze:
«Quizá soy transparente y ya estoy solo sin saberlo...»
Thomas Szasz:
«Si tú hablas a Dios, estás rezando; si Dios te habla a ti, tienes esquizofrenia. Si los muertos te hablan, eres un espiritista; si tú hablas a los muertos, eres un esquizofrénico»
Marco Aurelio:
«Toma sin orgullo, abandona sin esfuerzo»
Albert Camus:
«La gente nunca está convencida de tus razones, de tu sinceridad, de tu seriedad o tus sufrimientos, salvo sí te mueres»
Charles Caleb Colton:
«Hasta que hayas muerto no esperes alabanzas limpias de envidia»
León Tolstoi:
«A un gran corazón, ninguna ingratitud lo cierra, ninguna indiferencia lo cansa»
Voltaire:
«La duda no es un estado demasiado agradable pero la certeza es un estado ridículo»
Mahmoud Al-Tahawi:
«La perfección es el pecado de los vanidosos. La torpeza la virtud de los indefensos»
Fénelon:
«Huye de los elogios, pero trata de merecerlos»
Antón Chéjov:
«Las obras de arte se dividen en dos categorías: las que me gustan y las que no me gustan. No conozco ningún otro criterio»
Bukowski:
«Que no te engañen, chico. La vida empieza a los sesenta»
8 apostillas:
Hola Francisco... creo que todos nos fallamos alguna vez a nosotros mismos... pero no tanto como fallamos a los que nos rodean... nosotros tenemos esa confianza con nosotros mismos que hasta da asco...
por cierto: este es mi ultimo post!
http://lvlojdmisterdueman.soy.es/2010/11/03/ideario-francisco-m-ortega-palomares/
acabo de leer tu comentario... es un honor.
Por cierto desde mi vloj hay un enlace directo al tuyo para que mis lectores puedan saborear tu poesía.
Un abrazo Vloj.
¿Y cómo se le reprocha al pan nuestro de cada día que lo sea? Se apura el trago culpable, ¡y mañana será otro día! Día de otro trago, por supuesto...
Sí, sin duda lo es, pero la vida está hecha a base de pequeñas traiciones y todavía menores éxitos. Es imposible no contradecirse, no entrar en conflicto, no traicionarse a uno mismo. ¿Quién sabe lo que seremos dentro de diez años? ¿Y lo que fuimos? Me desconciertan los que cambian, pero todavía más me inquietan los que, pese al mundo y la realidad, siguen igual veinte años después y lo dicen con orgullo como si fuera un mérito.
Yo creo que somos demasiado condescendientes con nosotros mismos... Salvo los masoquistas...
Besos lunáticos en miércoles.
Más que reprocharnos habría que procurar no prometer, si acaso jurar, o perjurar, o abjurar, aunque, bien pensado, ¿no nos dilapidamos continuamente en objetivos inalcanzables con esas promesas a sabiendas de que jamás las cumpliremos?
Un abrazo.
No, lo reprochable es andar haciendo promesas a quien sabemos que, pase lo que pase, siempre nos/se acabará disculpando.
Saludos.
Es la más reprochable de todas.
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