Apócrifas o auténticas estas fueron las últimas palabras atribuidas a geniales escritores:
Henry James: Al fin, esa cosa distinguida.
Escribimos para no dejar de ser quienes somos.
G. Deleuze:
«Quizá soy transparente y ya estoy solo sin saberlo...»
Thomas Szasz:
«Si tú hablas a Dios, estás rezando; si Dios te habla a ti, tienes esquizofrenia. Si los muertos te hablan, eres un espiritista; si tú hablas a los muertos, eres un esquizofrénico»
Marco Aurelio:
«Toma sin orgullo, abandona sin esfuerzo»
Albert Camus:
«La gente nunca está convencida de tus razones, de tu sinceridad, de tu seriedad o tus sufrimientos, salvo sí te mueres»
Charles Caleb Colton:
«Hasta que hayas muerto no esperes alabanzas limpias de envidia»
León Tolstoi:
«A un gran corazón, ninguna ingratitud lo cierra, ninguna indiferencia lo cansa»
Voltaire:
«La duda no es un estado demasiado agradable pero la certeza es un estado ridículo»
Mahmoud Al-Tahawi:
«La perfección es el pecado de los vanidosos. La torpeza la virtud de los indefensos»
Fénelon:
«Huye de los elogios, pero trata de merecerlos»
Antón Chéjov:
«Las obras de arte se dividen en dos categorías: las que me gustan y las que no me gustan. No conozco ningún otro criterio»
Bukowski:
«Que no te engañen, chico. La vida empieza a los sesenta»
4 apostillas:
Tengo miedo ... el menos original, quizá. El más humano, sin duda. Un miedo tan amplio y tan profundo, que debe incluir el temor al instante de sufrimiento físico, el temor a la soledad, al absoluto, a la nada, a la oscuridad, a la ausencia ... TENGO MIEDO, cómo no tenerlo.
Tendré que pensarme una para el día de mi muerte. Seguro que se me ocurrirá algo brillante en ese momento.
Sino siempre me valdrá: -Mierda!
Me llama la atención la tenua frontera entre "las últimas palabras" y el "epitafio". Pocas de aquéllas se convierten en éste, y éste, como es de rigor mortis, nunca puede convertirse en aquéllas, aunque haya muchas veces en que parezca que se produce el prodigio y se confunda en la memoria de las gentes qué fue primero y de quién, porque no siempre aciertan a dejar escrito su epitafio las personas. Con todo, las últimas palabras, apócrifas o no, se las oímos decir esculpidas en mármol, e incluso a veces escupidas... He descubierto que se trata de un genero literario, el epitafio, del que esta todo prácticamente por escribir. ¿Alguien se anima?
A mí también me interesa este género, próximo al epitafio, como dijo Juan Poz. Siempre recuerdo las de Kosinsky instantes antes de que el suicidio se terminara: I am going to put myself to sleep now for a bit longer than usual. Call it Eternity; y las de Pessoa: I know not what tomorrow will bring. El epitafio de Locke también me causó gracia... decía algo así como que si buscaban virtudes, no las encontrarían en él, y que si buscaban vicios, mejor no buscaran jaja
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