Desayuno

23.2.08




Proust, para desayunar, mojaba las magdalenas de su memoria en una taza de nostalgia. Un ejercicio de evocación tan mañanero parece una práctica burguesa inocua después de haber asistido a un festival de pesadillas.



4 apostillas:

BLQ dijo...

La tarea que más apreciaba en la vida era amar.

Pau Llanes dijo...

A lo peor tuvo un mal sueño por comer picante... No sé... a mí Proust me da igual... nunca compartimos esa obsesiva enfermedad del alma de la nostalgia... ¿o sí?... jajaja... Es que hay enfermedades que se contagian con sólo leer su nombre... saludos... te leo... pau

amar dijo...

a veces nos parecemos
solo a veces

vivir amAr
amAr vivir


amAr..

Joselu dijo...

Leí hace más de veinte años la escena de la magdalena y aún me sigue conmoviendo ese ejercicio sutil de la memoria. Algún día volveré a releerlo. Proust es uno de los grandes, burgués, sí, y qué más da.