La soledad le acompañó toda la tarde. Cogidos
de la mano pasearon por el parque y se conmovieron con la puesta de sol.
Subieron al mirador y en el quiosco de bebidas tomaron un tentempié.
Contemplaron la ciudad iluminada al fondo y escucharon su ruidoso concierto.
Entonces se miraron a los ojos, con esa ternura que se miran los enamorados.
Él, le propuso que le hiciera compañía esa noche y a ella le resultó imposible
cambiar de nombre.
Me
recuerdo de joven, leyendo, iluminado por el sol. Notaba que leer me hacía
diferente.
La
única manera de saltar las limitaciones de nuestra forma de pensar condicionada
por entornos afectivos, sociales y económicos, es con el conocimiento y la
lectura.
La
primera batalla que se pierde es la del lenguaje, cuando nos sometemos a los
dictámenes normativos de las autoridades lingüísticas.
No
te inquietes por tener contradicciones y que sea el mundo quien parezca
incoherente.
No
conozco mejor camino para saber que leer en los libros, leer en la experiencia,
leer en los demás.
—¿A
ti te duelen los días?
—Sí,
algunas veces, cuando huelen a tristeza.
—¿Y
cómo es ese olor?
—Como
la tierra mojada por la lluvia pero emanando desde el interior.
Cada ser humano hace una interpretación de la existencia que parece la única cierta.
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